El Mar de Alborán, en el extremo occidental del Mediterráneo, sigue dando sorpresas y es que un equipo formado por biólogos marinos de la Fundación Museo del Mar de Ceuta ha detectado diferentes morfologías en ejemplares de colonias de corales blandos en los acantilados y fondos marinos de Calahonda-Castell de Ferro, así como en otra población en los fondos submarinos del Monte Hacho de Ceuta.
Este descubrimiento ha sido presentado oficialmente este viernes en el Ayuntamiento de Gualchos-Castell de Ferro, en una rueda de prensa se ha expuesto que estos animales comúnmente se conocen como anémonas incrustantes amarillas, aunque no se trata de verdaderas anémonas.
Son invertebrados marinos que vive en colonias, tapizando grandes paredes o parasitando a otras especies, como esponjas o hidrozoos.
Además, han explicado que tras constatar en laboratorio estas diferencias incorporaron al equipo de genetistas del Grupo BIO200 de la Universidad de Granada que, a partir de análisis genómicos de última generación, han podido concluir que las sospechas iniciales se confirmaban: lo que hasta el momento se había considerado una misma especie, en realidad, se trata al menos de tres especies.
Por un lado, la original, Parazoanthus axinellae, de amplia distribución, y las dos nuevas que el equipo ha descrito con los nombres específicos de Parazoanthus franciscae, de momento endemismo estricto del Mar de Alborán, y Parazoanthus brevitentacularis, distribuida por el Mediterráneo y la Macaronesia.
ESPECTACULAR VARIABILIDAD MORFOLÓGICA
Con una espectacular variabilidad morfológica y dada su especial relevancia como biomodulador (especies que construyen hábitats y modulan los mismos), la diversidad morfológica de los Parazoanthus lleva siendo objeto de estudio desde mediados de los años cincuenta, habiéndose generado un debate científico sobre esta variabilidad y su posible relación con la existencia de especies crípticas, que no ha sido resuelto hasta casi 80 años después, cuando el equipo investigador ha reunido las pruebas suficientes para que la revista 'Marine Biodiversity' acepte esta hipótesis, habiéndose incluido además en el catálogo de nuevas especies del Programa Ocean Census.
Este descubrimiento se ha conseguido en el ámbito del Proyecto MESO_Alborán 2, que se desarrolla con la colaboración de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través del Programa Pleamar, y se cofinancia por la Unión Europea por el FEMPA (Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura).
En el marco de este programa se ha usado las mejores tecnologías disponibles para optimizar las complicadas jornadas de trabajos de investigación submarina; en este caso se ha recurrido al uso de un ROV (vehículos de control remoto), que ha ayudado a realizar prospecciones previas en las profundidades antes de que se sumerjan los especialistas en buceo científico.
El equipo de la Fundación ha insistido en que la conservación de las especies marinas depende de conocer su existencia, distribución, sensibilidad, funciones o servicios ecosistémicos que prestan o pueden prestar al bienestar humano.
Entre estas contribuciones, Parazoanthus es muy importante como especie bioconstructora, ya que genera hábitats sobre los que se desarrollan las comunidades marinas de las que se nutre la pesca, construyendo bosques en miniatura entre los que, entre otras, las especies de interés pesquero realizan sus puestas. Además, estudios recientes muestran su capacidad como fuente de nuevos compuestos antimicrobianos
MILLONES DE AÑOS DE VIDA
También, estudios genéticos llevados a cabo en los últimos años basados en relojes moleculares, indican que el grupo de especies que se incluyen en este género viven en el planeta desde hace unos 250 millones de años, radiando tras la gran extinción del Pérmico-Triásico, unos 20 millones de años antes de que el primer dinosaurio apareciese en la Tierra.
Parecen ser, por tanto, fósiles vivientes, cuyas poblaciones aún pueden ser observadas con cierta facilidad en los ambientes submarinos del Mar de Alborán.
No obstante, el cambio global y cambios más específicos derivados de las presiones antrópicas sobre el medio marino están aumentando el riesgo de que estos fósiles vivientes desaparezcan, pudiendo llegar a desaparecer especies antes incluso de poder ser observadas y estudiadas, perdiendo no solo un valor natural, sino una fuente de posibles recursos de importancia para la sociedad.
Por suerte, las colonias estudiadas se encuentran en espacios de la Red Natura 2000, pendientes de completar su protección con una adecuada ordenación de usos.
La rueda de prensa en la que se han presentado estos avances ha contado con la presencia de la alcaldesa, Toñi Antequera, el presidente de la Fundación Museo del Mar de Ceuta, Fernando Rodríguez, el director del Aula del Mar, Julio de la Rosa, el coordinador científico de la Fundación, Alfredo Rosales, y el director del grupo BIO2000 de Génetica de la UGR, Carmelo Ruiz, además de otros miembros del equipo de investigación.