El debate del copago sanitario ha adquirido un notable protagonismo a lo largo de esta semana y parece que con intención de quedarse. Durante estos días hemos atendido a todo tipo de explicaciones y propuestas. Todas ellas nos afectan directamente, y algunas pueden hacerlo desde una vertiente peligrosa, que ya hace temer lo peor a cualquier potencial paciente. Basta recordar las palabras del portavoz del Gobierno de la Generalitat de Cataluña, Francesc Homs, que ha sugerido al Ejecutivo de Mariano Rajoy que estudie introducir el copago en la manutención de los enfermos en los hospitales, con algunas exenciones, por ejemplo, para pacientes con rentas bajas. Pone como ejemplo a Alemania, donde “ya se utilizan” fórmulas de copago para hacer sostenible su modelo de bienestar, como el pago de 10 euros al día por estancia en un hospital público. Como si estuviese en un hotel.
Si a partir de manifestaciones de este tipo, recurrimos al modelo de la factura sombra que el Servicio Andaluz de Salud puso en marcha a finales de 2010, en el que se aprecia el coste de la sanidad pública, podremos coincidir con aquellos que argumentan que hay quien está empeñado en “hacer negocio a costa de la salud”.
Es la postura que sostienen actualmente los representantes de los partidos nacionales de izquierda, caso de PSOE e IU. Ayer mismo, el socialista Emiliano García-Page aseguraba que “estamos asistiendo con mucha gravedad al desmantelamiento del Estado del Bienestar y hay quien lo está haciendo con la coartada de la crisis económica”, tras calificar como especialmente engañoso “que por algo por lo que ya pagamos lo quieran disimular llamándolo copago”. Por su parte, Gaspar Llamazares, en nombre de IU, ha manifestado esta semana que “ahora ya sabemos que vamos hacia un repago, hacia un impuesto a la enfermedad y no sólo a un impuesto a los fármacos”.

facturas sombra en jerez
La Junta de Andalucía justificó en su día la emisión de las conocidas como facturas somba -o facturas informativas- al considerar “importante que se conozca, exclusivamente a título informativo, que los procedimientos y tratamientos que se recibe en centros hospitalarios, así como el periodo de hospitalización que ha requerido cada recuperación, suponen un coste que en ningún caso tendrá que abonar el paciente ya que, como sabe, la sanidad en Andalucía se financia a través de los impuestos que todos aportamos”. Se trata, pues, de una iniciativa de carácter informativo y didáctico que pretende que se conozca el destino del dinero que se aporta vía impuestos y, junto a ello, corresponsabilizar a la ciudadanía
Pero hay también lecturas políticas en contra, como las de los que creen que las famosas facturas no tienen otro propósito que el de alentar al ciudadano contra los partidos que insinúen la entrada en vigor de medidas como el copago sanitario.
Las teorías pueden ser válidas en cualquiera de los dos sentidos, y cobran nuevo valor a la luz de los propios datos. En Jerez, por ejemplo, el Hospital del SAS ha emitido ya un total de 1.205 facturas de carácter informativo desde que el pasado 15 de diciembre de 2010 se convirtiera en el primer centro sanitario de la provincia en ofrecer a sus usuarios este tipo de documentos de carácter estrictamente divulgativo. El importe de esas facturas simuladas se eleva ya a 1.318.080 euros, según los datos ofrecidos por la propia Consejería de Salud, que contabilizan el periodo comprendido entre el 15 de diciembre de 2010 y el pasado 29 de febrero. El sistema sanitario ofrece estas facturas a los pacientes que son intervenidos de cataratas, hernias inguinales o femorales o colecistectomías laparoscópicas sin exploración del conducto biliar (vesículas). Las intervenciones representan para el SAS un coste de 1.398, 1.146 y 1.469 euros, respectivamente.
Que estos datos alienten a enaltecer la importancia del servicio sanitario público o a llamar la atención recaudatoria es lo que está en juego en estos momentos. Por ahora, el Gobierno ya ha reconocido que ve factible aplicar este mismo año un “copago” de recetas según la renta de los pacientes, aunque también hay quien lo interpreta como un primer paso para el “desmantelamiento” del sistema sanitario público. Lo cierto es que si no se trata de hacer negocio a costa de la salud, lo que parece evidente es que hay mucho dinero en juego.