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La Tribuna de Nertis

El eje Sevilla-Málaga

El pluriempleado, políticamente hablando, alcalde de Sevilla, diputado andaluz, presidente de la FEMP, presidente del PP de Andalucía y, según supimos ayer, hasta presidente de la red de ciudades con AVE, Juan Ignacio Zoido, ha pasado de reclamar un estatuto de capitalidad para Sevilla a preconizar

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El pluriempleado, políticamente hablando, alcalde de Sevilla, diputado andaluz, presidente de la FEMP, presidente del PP de Andalucía y, según supimos ayer, hasta presidente de la red de ciudades con AVE, Juan Ignacio Zoido, ha pasado de reclamar un estatuto de capitalidad para Sevilla a preconizar un eje Sevilla-Málaga para ganarse el apoyo, dentro de su partido, del antisevillano alcalde malagueño y de todo el bloque oriental andaluz.

Este es uno de los rasgos característicos de Zoido, del que cualquiera diría que, de haber sido contemporáneo de Robert Louis Stevenson le habría servido de inspiración para su novela El extraño caso del doctor Jeckyll y míster Hyde: representar una cosa y su contraria, el anverso y el reverso, el haz y el envés, la capitalidad de Sevilla y el estatuto de Málaga, la oposición a la torre Pelli y su defensa…. Porque el alcalde, en la mejor tradición de la ojana hispalense, le dice a cada uno lo que éste quiere oír, y luego hace equilibrios como el mejor funambulista sobre el alambre, esperando que el tiempo indique por dónde va a acabar soplando el viento.

Zoido es un experto en hacer de la necesidad virtud y como tiene la misma ‘baraka’ que en sus tiempos iniciales tuvieron Monteseirín, el de la flor en salva sea la parte hasta que se mustió, y Zapatero, por de pronto sigue siendo capaz de ejercer de hombre-orquesta y de tocar el piano a cuatro manos sin despeinarse ni inmutarse.

Como no hay ‘mal’ que por bien no venga, esta habilidad incontestable de Zoido de complacer simultáneamente a tirios y troyanos hasta puede acabar reconciliando a dos ciudades como Málaga y Sevilla, que viven tan estúpidamente como Miguel de Unamuno decía que vivían España y Portugal hasta que ambas ingresaron en la UE: de espaldas la una a la otra, en vez de la una junto a la otra.
Sevilla y Málaga, en lugar de competir entre ellas, deberían unirse para potenciarse mutuamente, porque pueden complementarse en infinidad de ámbitos: el turismo de sol y playa con el monumental y de interior; el museo Picasso de arte contemporáneo con el clásico de Bellas Artes; el teatro de la Maestranza con el Cervantes; el AVE sevillano con el Ave malagueño….

Decía cierto experto que la historia ha demostrado que la cooperación entre naciones ha dado muchos más frutos y prosperidad que la rivalidad traducida en guerras y destrucción. Ahora va contra el sentido de la historia la estrategia de la competición y manda la de la colaboración, para que así ganen las dos partes: la ‘win-win’, como dicen los ingleses, tan pragmáticos ellos.

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