Huelva cuenta con un rincón hostelero recoleto, acogedor y sencillo, y todo lo típico que se le quiera llamar, ubicado en el Barrio Obrero de la capital, se trata ni más ni menos que de la antigua casa del “guarda”, que mira hacía la Avenida de Guatemala, donde tuvo uno la fortuna de ver por vez primera la luz.
“La casa del guarda” es hoy una reconvertida cafetería que regenta una guapa y joven argentina, María Valeria Callo, natural de la ciudad criolla, Córdoba, aunque sus orígenes son italianos. María Valeria recaló en nuestra provincia, concretamente en Villablanca, hace diez años, y desde enero regenta “La Casa del guarda”.
La cafetería no puede ser más encantadora, a pesar de tratarse en su interior de un pequeño local, cuenta con diversos atractivos que ornamentan sus paredes, hojas de periódicos de la época, antiguas fotografías de vecinos del Barrio Obrero, las fotos de los que en su día fueron guardas y habitaron en esta casa, y también de Minas de Riotinto.En uno de los ángulos de la misma, bloque de libros que pueden utilizar la misma clientela, todo aquel que guste de la lectura.
“Allí en Argentina se estila mucho las librerías-cafeterías y viceversa”, nos comenta y matiza, “es más o menos lo que hemos pretendido hacer aquí”, asegura esta mujer emprendedora. En este sentido, María Valeria nos confiesa la amistad que tiene con la librería Siglo XXI y dice que “ellos me dan recogidos los artículos de libros para que los clientes estén informados de los próximos lanzamientos”.
Para María Valeria la cafetería está pensada fundamentalmente para las familias, ya que mientras que los padres toman algo, los críos se quedan jugando en la plazoleta”, y continúa, “para mi es un logro ver por primera vez a un cliente, pero me encantan cuando vuelven de nuevo”.
La argentina reconoce que el lugar donde está ubicado el negocio es importante. “Tenga usted en cuenta que esta es una parte histórica de Huelva, como legado de los ingleses en esta tierra”. Respecto a la competencia, reconoce que es sana y necesaria, “es muy buena para todos, hace mejorar y ofrece opciones diferentes”.
“La Casa del guarda” está entre ese calor que desprende un ventorillo, y la variopinta estampa del esbozo de una cafetería clásica, donde cuenta con una clientela fija y otra de paso. “Son mucha gente las que se detienen porque van a los juzgados y al Corte Inglés”, y finaliza diciendo: “Mis intenciones son de que la Casa del Guarda, sea la casa de todos, que cada persona se sienta en su propia casa”.
El ojo de la aguja
La Casa del Guarda
Se trata ni más ni menos que de la antigua casa del “guarda”, que mira hacía la Avenida de Guatemala, donde tuvo uno la fortuna de ver por vez primera la luz
- Juan Bautista Mojarro
- El ojo de la aguja
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