Precisamente hoy hace doscientos años que nació en Madrid Mariano José de Larra, ya que lo hiciese el 24 de marzo de 1809 y que falleciese en 1837 en trágica decisión a los veintiocho años de edad, al haberse suicidado.
La vida de este destacado hombre de las Letras fue demasiado accidentada en los pocos años que tuvo de vida, ya que en 1813, cuando contaba cuatro años, tuvo que marcharse a Francia con sus padres, al retirarse de España las fuerzas napoleónicas, al ser su progenitor un médico afrancesado, por lo que pasó su infancia en Burdeos.
Y fue en 1827, con la amnistía dada por Fernando VII, cuando volvió la familia a España, que después de establecerse en distintas capitales llegó de nuevo a Madrid, encontrando Mariano José ciertos inconvenientes al expresarse mal en español, y después de ingresar en el Colegio de los Jesuitas se matricula primero en la faculta de Medicina y después en la de Derecho, que ambas carreras son abandonadas para dedicarse de lleno a la Literatura, frecuentando con asiduidad tertulias literarias fundando El pobrecito hablador en donde publicaba sus artículos y ensayos además de en otros periódicos, firmándolos con el seudónimo de El Duende solitario.
No fue feliz Larra en su vida amorosa ya que anduvo de mal en peor con amores no correspondidos, yéndole después bastante mal en su matrimonio, siendo tal vez él el causante de separarse de su esposa al haberse enamorado de una mujer casada llamada Dolores de Araujo, por lo que entre unas cosas y otras decidió quitarse la vida, dejando como testamento un artículo literario denominado Noche Buena de 1836, escrito el día anterior al suicidio.
Como literato se dedicó a varios géneros, eligiendo la leyenda del poeta Macías, ya que ambas vidas fueron bastante parecidas en algunos aspectos sentimentales, dándole el título de El enamorado, siendo Larra como escritor uno de los adelantados del romanticismo, con una poesía que estaba dentro de la neoclásica, pero en donde destacaba de verdad fue en sus artículos y ensayos, que llevan a considerarle por la crítica como uno de los articulistas y ensayistas más importantes y destacados de la época, creándose enemigos por su sinceridad en la manera de explicarse, importándole muy poco las reacciones de los demás, fuesen favorables o desfavorables.
Pero como su producción se hizo bastante frecuente decidió emplear varios seudónimos entre ellos el de Fígaro, que fue el más destacado, y Andrés Niporesas.
Como articulista era muy ingenioso, sobre todo en sus críticas literarias, también en los asuntos políticos y no menos en los costumbristas.
Su estilo, además de elegante era también duro con los que tenía que atacar por no estar de acuerdo con ellos, igualmente satírico cuando las circunstancias lo requerían y bastante veces dejaba entrever el pesimismo que nunca le abandonaba, sobre todo cuando escribía contra aquellos que no le caía bien o actos cuyas actitudes le repugnaban, como eran los espectáculos taurinos, que consideraba diversiones crueles, atacando además el predominio de la teología, el poder de la Inquisición, así como criticaba el atraso de los ciudadanos españoles y la rutina en que se desenvolvía la vida social tanto en las capitales como en las diferentes localidades, haciendo hincapié en la incompetencia de determinados políticos.
Sin duda alguna que en su breve trayectoria literaria, por ser muy corta su vida, fue Larra un gran escritor, por lo que creo que si en vez de morir a los veintiocho años, hubiese sido a los setenta o más, le hubiese dado muchas valoraciones a la Literatura española, ya que personas con esa creatividad no se dan con frecuencia, por lo que fue una pena que, al ser bastante desequilibrado emocionalmente, optase por el suicidio.
Y aunque son ya doscientos años los que han transcurrido desde su nacimiento, aún estamos bastante españoles, dentro de la literatura, que nos acordamos de quién fue.