Los que están en contra del aborto ven como asesinos en potencia a aquellos que a lo mejor piensan que no pueden darle el futuro que se merece a ese espermatozoide que hace unos días aterrizó en un óvulo. Otra historia distinta sería la de cortar la vida cuando ya hay formado un ser, algo más que una semillita. Entonces la discusión podría alargarse todavía más y ser diferente.
El preservativo, ese arma casi de destrucción masiva para algunos, también podría ser eregido por otros como uno de los mejores inventos de la humanidad. Si una vacuna contra cualquier enfermedad es reconocida y elogiada, un elemento que frena el contagio de una lacra tan extendida como el sida también debería ser al menos aplaudido, aunque después se pueda entrar en la valoración de si quita o no vidas.
Cualquier criatura de Dios debe tener su derecho a vivir, pero también habrá que preguntarse de qué forma, en qué ambiente y en qué condiciones. Antes de defender a los que no han venido tal vez habría que mirar un poco hacia esa África negra donde mueren, ya nacidos, sin abortos de por medio, miles de niños con apenas días, semanas, meses de una ¿vida?.
Y hay otros casos de alumbramiento de vida que creo que invitan a la reflexión, a poner algún medio, ya sea anticonceptivo o educativo. Porque a lo mejor sí, hay que erradicar el condón, pero entonces habrá que aumentar la enseñanza sexual para que haya más precaución. La noticia es curiosa: “La mamá adolescente británica de 14 años mintió sobre la paternidad de su hija. Las pruebas de ADN revelan que engañó al novio, de 13 años”. Protejamos la vida, pero no nos ríamos demasiado de ella.
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