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Por los siglos de los siglos

Uno de los ciudadanos que participó en el programa Tengo una pregunta para usted dirigió una a Mariano Rajoy sobre las responsabilidades de Trillo en el escándalo de las falsas identificaciones del Yak 42...

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Uno de los ciudadanos que participó en el programa Tengo una pregunta para usted dirigió una a Mariano Rajoy sobre las responsabilidades de Trillo en el escándalo de las falsas identificaciones del Yak 42. Respondió Rajoy que “por un error una persona puede dejar su cargo, pero no por eso va a quedar inhabilitado por los siglos de los siglos para dedicarse a la política”. Con algún matiz sobre la naturaleza del error, la frase del líder del PP podría suscribirse. El problema es que entre quedar inhabilitado por los siglos de los siglos y no sufrir ninguna inhabilitación hay un abismo que contiene variados grados de exigencia de responsabilidad, lo que no se puede admitir es el de la exigencia cero.

Y eso es lo que ha sucedido con Federico Trillo. Este político no dejó el ministerio asumiendo responsabilidad alguna en el caso sino porque el gobierno al que pertenecía perdió las elecciones en marzo de 2004. Y esa derrota no puede considerarse eximente porque la certidumbre de que la mitad de los cadáveres habían sido enterrados bajo una identidad falsa no llegó hasta meses después, en noviembre de 2004, cuando fueron exhumados los cuerpos por orden judicial.

El juicio que se está desarrollando en la Audiencia Nacional está poniendo en evidencia el cúmulo de irregularidades que se sucedieron en aquellas nefastas horas. Desde el general responsable de las identificaciones que firma un documento en turco que dice no entender hasta el cónsul de España en Estambul, que reconoció haber dado el visto bueno a la repatriación de los cadáveres sin cumplir ni una sola exigencia legal. La incompetencia se alió con la precipitación inducida por unos funerales de Estado a los que Federico Trillo puso fecha y hora cuando aún no se había culminado el proceso de identificación en Turquía. Por acción o por omisión –quizás por ambas cosas– Federico Trillo es el responsable político del doble duelo que se hizo vivir a las familias y de las mentiras que lo alimentaron. Y mientras no lo reconozca y lo asuma, la sombra de su irresponsabilidad permanecerá por los siglos de los siglos.

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