Martina Castellana después de Luxuria
El próximo mes de junio se celebran en Italia comicios provinciales. En las listas de Popolo della Libertà (PDL), partido fundado por Silvio Berlusconi en noviembre de 2007 y actualmente en el gobierno de la nación...
Martina Castellana aparecerá en las papeletas de voto con su nombre primitivo, Michele Castellano, ya que continúa empadronada como varón. Según la legislación italiana, para que un transexual pueda cambiar su género en los registros es necesaria una sentencia judicial que lo autorice. No hay que olvidar, sin embargo, que sexo es un concepto anatómico y género es una construcción social. Señora de aspecto distinguido, Martina viste con un gusto exquisito. Políticamente es elemento de ultraderecha, o más bien neofascista, ya que estaba afiliada a la Alleanza Nazionale(AN), organización producto del reciclaje del Movimento Sociale Italiano (MSI), auténtica fuerza mussoliniana creada en 1946 por Arturo Michelini, Giorgio Almirante, Pino Romualdi y Manlio Sargenti, entre otros: todos ellos genuinos fantasmas escapados de la República de Saló. En 1995 el MSI sufrió metamorfosis, convirtiéndose en AN gracias a la magia de Gianfranco Fini, que ocultó la esencia del post-fascismo bajo el disfraz de un edulcorado (aunque rotundo) conservadurismo, ilusoriamente más digerible. Por fin, en 2008, AN se autodisolvió para integrarse en el PDL.
Se comenta que Martina Castellana es parte de una maniobra electoralista de Il Cavaliere para cosechar sufragios entre los sectores LGTB (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans), lo que supondría una réplica reaccionaria al fenómeno izquierdista de Vladimir Luxuria. La doctora Castellana, excelente facultativa que ha desempeñado cargos directivos en la Sanidad Pública, quiere romper estereotipos: “Es un lugar común decir que los gays, lesbianas y transexuales debemos estar a la izquierda. Ésta quiere hacer ver que la derecha es obtusa, pero la realidad no es así. La izquierda me ha robado muchos sueños, dice que lucha por nuestros derechos pero luego no hace nada. Estoy harta de que la izquierda instrumentalice al movimiento gay”. También se opone al matrimonio entre homosexuales: “El matrimonio –declara– es un sacramento sólo válido para las parejas heterosexuales que se comprometen ante Dios. No lo he visto nunca como una batalla principal. Pienso que es mejor una unión civil duradera”. De estas palabras se deduce que la madonna salernitana presionará, desde dentro del PDL, para que en Italia sea aprobada una ley de uniones civiles, hasta el día de hoy inexistente, que a ella misma le permita formalizar, en términos jurídicos, la convivencia que mantiene con su compañero desde hace cinco años.
Queda por resolver un espinoso problema higiénico-administrativo: en qué servicios deben entrar los transexuales: si en el de señoras o en el de caballeros. Luxuria (transgénero y, por tanto, provisto de verga) tuvo un altercado en los baños del parlamento de Roma con la diputada derechista Elisabetta Gardini, la cual puso el grito en el cielo cuando se topó con Vladimir en el váter de tías. Incluso el propio presidente de la Cámara se vio arrastrado a mediar en la gresca. Alguien apuntó la posibilidad de un tercer tipo de aseo para la gente rara. Esperemos que esta intempestiva complicación se haya solucionado antes de que Martina, si sale elegida, ocupe su escaño en la asamblea provincial.
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