Aunque no soy licenciado en Bellas Artes –¡qué más quisiera yo que tener ese título!– ni tampoco crítico en ello, ya que lo mío es la narrativa, me atreví el día 27 del pasado mes de abril para hablar en el Casino de Algeciras sobre el expresionismo de mi hermano Guillermo, ya que tuve frecuentes conversaciones con él a ese respecto de temas pictóricos y ese estilo suyo, y también porque solía leer las críticas, todas favorables, que le hacían de sus exposiciones destacadas personalidades de arte de elevado prestigio.
Pienso ahora, que estoy en el tajo, que también puedo hablar sobre la exposición de Miguel Vázquez, que empezó este 6 de mayo y termina el día 29 de este mismo mes, en la Sala Ramón Puyol de la Fundación Municipal de Cultura, obligado a ello, al haber asistido él a la charla sobre mi hermano Guillermo.
Miguel Vázquez nació en Algeciras el mes de diciembre de 1944, y por su trabajo estuvo durante bastante tiempo ausente, pero después volvió hasta jubilarse. Me cuenta que desde pequeño tenía predisposiciones para el dibujo y la pintura, aunque lo hacía esporádicamente, pero esa tendencia la mantenía siempre en él.
Sin duda que dentro del arte pictórico lo que más se lleva es lo figurativo, porque lo de tener un estilo propio resulta bastante más complicado, así que son los paisajes, marinas, retratos y bodegones lo que se prodiga, pero llevándolos al cuadro tal como se ve en el original, sin más complicaciones. Y no es porque yo sepa mucho de pintura, algo sí, sino porque me he documentado sobre ello, dándome la sensación que ésta es una buena exposición de 36 cuadros en sus características, porque a mi entender hay soltura en los trazos y las figuras están bien definidas.
De todas formas, los cuadros de Miguel Vázquez me agradan, les veo un colorido algo difuminado aunque atrayente, y cierto toque de ruptura con franjas blancas al ser esa su intencionalidad. Y siempre que la afición aparece a temprana edad, como es su caso, sin haber concretado nada a lo largo de su existencia hasta que se jubila, que es entonces cuando desea fortalecer esa vocación suya de siempre, esas aspiraciones que no estaban sometidas a reglas ni normas algunas, y se decide asistir durante dos años al estudio de J. Zahara, para aprender ciertas técnicas en esa superación que todo artista lleva en su ánimo a lo largo de muchos años, aunque el pintor ya estaba ahí, en la persona.
Su estilo es figurativo, en donde predomina el color y la imagen, la mujer en distintas situaciones, todo aceptable, pareciéndome bien logrado Jaque a la reina, porque no hay que considerar solamente el dibujo o la pintura, sino también el significado. No trabaja Vázquez con colores puros, en su tendencia, como dije anteriormente, de difuminar el color, siendo compuestos la mayoría de sus cuadros. Y es bastante interesante cuando uno llega a jubilarse retomar todo aquello que estaba como dormido, porque después, al no haber unas obligaciones laborales, retoña la creatividad como si se iniciase de nuevo, pero ya aprendido lo que se necesitaba. Y Vázquez va notando cómo se supera a medida que pinta, creándose una feliz jubilación, porque ahora ocupa su tiempo en lo que más le gusta y entretiene.
A mi entender lo que expone el señor Vázquez me parece una colección de cuadros en la que va manifestando esa tendencia progresista del pintor, que llena sus horas, para otros aburridas, y como en él hay creatividad, porque ya se inició en ello en la niñez, ahora siente grandes satisfacciones cuando ve sus cuadros colgados en salas de cierta categoría, independientemente de que a algunos visitante le guste bastante y otros encuentren algo que criticar, que eso resulta ineludible hasta para los grandes pintores y según el comentario de uno de los presente, dirigiéndose a él, en mi presencia, esta exposición está mejor lograda que la anterior.
Y es estimulante que uno vaya avanzando “ya que nunca es tarde si la dicha es buena” y es ahí, en esos pensamientos y aceptación en donde el artista va consiguiendo metas, sin nunca aburrirse.