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Sábado 20/04/2024  

Ecce Homo

La Roma de Rómulo y Remo es la madre de Hispania y de lo que con el tiempo dio en llamarse Hispanidad

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La fuerza de esta expresión latina ha sido explotada por los romanos y ha dado fama a pasajes clásicos del momento: Pilatos el gobernador romano presentando a Jesús, ultrajado siendo Dios y compadecido siendo hombre.  He aquí al hombre, sería su traducción más familiar, y mirad este hombre que es el gusano de hombre, según lo pronosticó Jeremías. Su uso es para ensalzar lo bueno y lo malo, llamar la atención sobre algo o alguien con estas dos opciones. Se puede hallar en multitud de pasajes clásicos, pero resaltaré al poeta de Bilbilis, ciudad que hoy sería Calatayud de Zaragoza y que marchó a la capital del imperio, Roma, alcanzando la fama muy pronto por su humor ácido pero correcto y dulce, Marcial; así lo dice de él Plinio su amigo, un verdadero consagrado. España iba entrando, vía griega y posteriormente propia, en el caudal del Latio donde se encontraría muy a gusto.

Ecce Homo tiene una versión sustantivada que hace referencia a cara deformada por tragedia o desgracia, pero lo eludimos para hacer brillar el regalo de la cultura latina que ha marcado los tiempos modernos de nuestro hacer como pueblo. La Roma de Rómulo y Remo es la madre de Hispania y de lo que con el tiempo dio en llamarse Hispanidad: tiene esta unión una amalgama tan fuerte que bien podemos pronosticar que es eterna. Que nadie venga cambiando fechas o hechos o recomponiendo historias que ya están registradas en el corazón de los tiempos. El camino está trazado y nadie rectificará ni una coma: América Latina es nuestro futuro y nos unimos para servir al mundo, porque en el acuerdo sobreviven buenas dosis de espíritu que han de combinarse con el pragmatismo. Nos corresponde una especial tarea que no despreciaremos en el futuro despojándola de toda superficialidad y centrada en el comportamiento con los hermanos.  Atesora el cristianismo sin estrenar el compartir cristiano y misión de nuestra unión de hispanidad ha de ser ponerlo al día en el individualismo contemporáneo. 

Acabo de decir lo que quería, no me interesa más. España llevó oficialmente el evangelio a estas tierras y le queda como obligación completarlo considerándolo como doctrina-civilización que tiene su trayectoria marcada desde siglos: no es adoctrinamiento sino un humanismo heredado del Latio, que decimos, y puesto en órbita por una España que después no ha tenido sitio y sigue en espera. Si hacemos material el futuro exclusivamente, mal regalo será para el mundo que ya ha sufrido guerras para entenderlo. Hoy para todos es el secreto y si no lo aprendemos pronto, no dará tregua y volverá a caer en el mal; el hombre no es malo, es desordenado y desaprensivo, y si no lleva un plan, todo saldrá al revés, porque su gran ayudante es el cerebro que racionaliza y ordena. Estamos en un momento en que se ve iniciativa en el bloque latino y caída en el occidente y las ideas son las que pesan y permanecen. Ojalá hicieran pensar a alguien estas cosas sencillas que se exponen con humildad y buen deseo.

España abrió brecha ya a toda Europa y emprendió viaje, ¿qué os conmueve? Y entonces sí parecía imposible, pero hoy ha resultado vocación. Es llegar a tiempo, otros aprovecharon, por lo que, ¡cuidado! Observemos lo que viene y hablaremos. La gesta de Colón sigue inacabada; descubrimos, pero no hemos logrado sumar aquel mundo a éste, que quiere integrarse en igualdad. Es tarea que espera y nos conmueve ponerla al servicio del futuro; otros dicen que hispanidad es palabra hueca, perdidos en este revuelto de la historia. Nos conviene dejar pasar y esperar que vuelva a pintar el alba¸ seguramente que todo se volverá señalando y tendremos la oportunidad de acoger de nuevo y terminar lo que se inició en tres carabelas. He aquí el hombre, diremos con la expresión latina, que ha logrado sobresalir del consumismo y se ha puesto la ropa de fiesta para celebrar su retorno al estado de gracia, que es la unión con los demás libres de instintos de animales. Aquí se culmina el proceso.

Hemos enredado entre los demás buscando el inicio, casando la cultura, la ciencia, la tradición, las creencias. Toda la vida ha sido dura y expectante, nos ha dividido la existencia con la muerte añadiendo tinieblas al proceso, nunca hemos tenido por seguro al impío o al ignorante: no tendría nada de extraño que fuera verdad un final de compromiso y un encontrarse solucionado el nudo porque sería desgarradora la esperanza. Este es el hombre, nos diría el fin de todo, Ecce homo, que se ha empeñado contra un final desesperado y se lo ha merecido. La hispanidad lleva sabia nueva, una visión contemplativa y emocional, libre de sospecha y aparejada en abrazo. Lo consigue el mismo hombre en buena conquista: debemos mimarlo y apreciar que hay pueblos que llaman madre a España. Es el idioma, dicen algunos. Idioma y otras muchas cosas.

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