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Cataluña y las dos españas

Los republicanos separatistas y los falangistas españoles han escenificado en Arenys de Munt la triste historia del siglo pasado en España

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Las dos caras de la misma moneda se han dado cita en el municipio barcelonés de Arenys de Munt con motivo de la consulta independentista celebrada en dicha localidad. Más de 6.000 ciudadanos de este municipio estaban convocados a responder a la pregunta: “¿Está usted de acuerdo con que Cataluña se convierta en un Estado de Derecho independiente, democrático y social integrado en la Unión Europea?”. Esto no es más que otra muestra de la desfachatez a la que nos tiene acostumbrada nuestra clase política, en especial la catalana, que cuando le interesa consultar al pueblo para obtener su respaldo en una cuestión populista proclaman el derecho a un referéndum, pero no están tan de acuerdo en hacerlo en otras cuestiones más trascendentes. Porque, pese al ambiente catalanista, lo que se vio en Arenys de Munt no fue más que la representación de las dos españas. Por un lado, los separatistas manipulados por los políticos republicanos de ERC y por otro, los falangistas que se fueron al pueblo a proclamar “¡Visca Catalunya espanyola!”. Parece que nada ha cambiado en los últimos 60 años.
Pero una cosa es el interés que mueve a la clase política (o sea su interés propio) y otra lo que preocupa al ciudadano de la calle. Todo aquel que piense un poco por sí mismo, que tenga criterio propio, coincidirá en que lo más preocupante no es la independencia de Cataluña, cosa que sólo interesa a los políticos que comen de ello, sino la crisis económica que está abatiendo a toda España.
Da igual que sean catalanes, vascos, gallegos o andaluces. Ahí todos están juntos codo con codo sufriendo el mismo problema y la única forma de salir de él es centrándose en realizar todos los esfuerzos políticos en sacar al país del boquete económico, y no malgastar fuerzas con cuestiones pueblerinas y catetas que no llevan a ninguna parte. Porque una Cataluña independiente no sacará ni a los catalanes ni a los españoles de la crisis. Eso ha que tenerlo claro hasta el presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, que utiliza una entidad deportiva para jugar a político.

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