El Cádiz B cae ante un Cartaya con más pegada y oficio

—Cádiz B—David, Carli, Lucas, Garrido, Parada, Álvaro (Caballero, m.50), Javi Catalán, Juanito, Sandro (Bienve, m.50), Fran Mejías (Bello, m.63) y Guedes.
—Cartaya—Nacho, Retener, Cruz, Durán, Mesa, Álvaro, Zambrano, Paco Ríos, Fabián, Fajardo y Drago (Pereira, m.63).
Árbitro: Portillo Raigón, de Sevilla.
Goles:
1-0 Guedes (m.22)
1-1 Zambrano (m.30)
1-2 Zambrano (m.34)
Incidencias: Partido correspondiente a la decimotercera jornada del Grupo X de Tercera División disputado en el Campo Manuel de Diego de la Ciudad Deportiva Bahía de Cádiz ante unos 200 espectadores.

Nuevo partido con poca brillantez el que se vivió ayer al mediodía en las instalaciones de El Rosal. El Cádiz B recibía a un Cartaya en racha y muy bien situado en la clasificación que se llevó los tres puntos en liza, gracias a la pegada en jugadas puntuales, y a la sobriedad que demostró con el marcador a favor.
 El conjunto de Jesús Casas comenzaba dominando pero sin crear demasiadas ocasiones, de hecho prácticamente en la primera oportunidad que tuvo se adelantó en el marcador por medio de Guedes. Aún sin tiempo para haberlo merecido, el filial amarillo se colocaba por delante. Restaba mucho partido todavía, pero también es cierto que es en estas situaciones donde mejor se maneja el Cádiz B.
El equipo onubense trataba de hacerse con el mando del partido, mientras que los de Jesús Casas presionaban muy arriba la salida del balón, el partido continuaba trabado, pero bien es cierto que era la voluntad de los locales pues iban por delante del marcador. Y nuevamente en una mezcla entre genialidad y accidente volvería a moverse el marcador, con un disparo lejano Zambrano ponía el empate de nuevo en el marcador. Cuando todo parecía que así se iba a llegar al ecuador del partido, en un fallo de Parada que supo aprovechar nuevamente Zambrano los visitantes le daban la vuelta al resultado.
 La segunda parte fue un auténtico sopor, al filial amarillo le dieron a probar su propia medicina y volvió a demostrar las carencias que tiene a la hora de llevar la batuta de los encuentros. El Cartaya entregaba la pelota, defendía con contundencia y esperaba que se fueran consumiendo los minutos. Con la entrada de Caballero y Bello hubo una tímida pero infructuosa reacción.