En estos días toca nada menos que pagar el IRPF. Y lo hacemos con absoluta indignación cuando no imposibilidad en algunos casos. Hemos tenido la actividad paralizada durante meses por acuerdos del Gobierno (fundados o no) y ese mismo Gobierno no concede al menos unos meses de aplazamiento o fraccionamiento para intentar la recuperación.
Sigo sin entender porqué los Juzgados no han podido dictar resoluciones y notificarlas a través del sistema lexnet, que hace años funciona precisamente para tramitar electrónicamente todo lo que sea posible. O porqué las Administraciones no han podido otorgar licencias o tramitar expedientes y dictar actos administrativos sin más. Al menos hubiera paliado algo el descenso de la actividad en mi caso y en el de todo despacho profesional. Eso mismo sucede en otros ámbitos, frente a los salarios fijos de políticos y empleados públicos que no han sufrido merma alguna en sus ingresos y previsiones en todo este tiempo, lo cual nos sitúa a los profesionales y empresarios en clara situación de injusticia. No digo que se les reduzcan a ellos (aunque sí que los políticos debían disminuir drásticamente su número), pero sí que se tomen medidas tan sencillas como el aplazamiento real (que no ficticio como ha sucedido con los aplazamientos a junio) de los impuestos para quienes debe hacerse.
Parece que poco a poco va volviendo la actividad, aunque no sé si alguna vez lograremos recuperar la vida que teníamos. Hay cosas que nos parecen un lujo y que antes no apreciábamos. El pasado viernes tuve una comparecencia en un Juzgado como antesala de un juicio penal muy complicado para fijar fechas de juicio, prueba, etc. Aquello era una jaula con mamparas y cristal por todos lados. Encima con fallos evidentes, porque estás aislado del Fiscal, la acusación, el Juez y los declarantes y sin embargo pegado a los otros abogados que están a tu lado. Pero sobre todo lo preocupante para mí es que el juicio oral se desnaturaliza por completo si hay que interrogar de esa forma, por mucho que sea necesario por razones sanitarias. Hay quien se juega su libertad y con ello su vida y lo hace en un escenario que en absoluto es el mejor para que se compruebe la veracidad de su testimonio y el de sus testigos y peritos.
Espero (aunque no parece que fundadamente) que, como anuncian los italianos, por el bien de todos se reduzcan impuestos para reactivar la economía y que podamos luchar para que este enorme país que es España supere todo esto y consiga como sea salir reforzado de esta situación.
