El ejercicio de nuestra ciudadanía nos obliga y compromete a ejercer una pedagogía, lo que no es muy común en una sociedad hedonista y egoísta, en la que nuestras actuaciones comienzan y terminan en nosotros mismos, en nuestros ombligos, sin mirarnos en el espejo ni proyectarnos en los demás.
La realidad que vivimos en el inicio de esta tercera década del siglo XXI, está llena de falsas reformas, derivas sin esperanzas, ruidos que nos alejan de lo verdadero, fantasmas aislados en sus castillos, pandemias en busca de una vacuna, sumas que nos restan y divisiones que nos multiplican en el lamento y en los malos ejemplos.
Entre la radicalidad y las estupideces de lo seguro al máximo, nos quedamos encerrados en los malos ejemplos de no recordar lo que no nos conviene y enaltecer lo que nos viene bien. Todos nosotros deberíamos disfrutar de lo bueno que nos ocurre y no quedarnos huérfanos ni ser cómplices.
Algunos gobernantes estimulan los malos ejemplos de mil y una formas, como por ejemplo anestesiando las protestas para evitar la violencia policial, y confundiendo la diferencia que debe haber entre fe y ciencia., y valorando que aquellos que están más arriba y tienen mayores responsabilidades deben dar buen ejemplo y no ser sujetos susceptibles de sobornos a manos llenas.
Entre los muchos y malos ejemplos de los responsables públicos, lo que verdaderamente nos sorprende, no es la corrupción galopante sino la formación de islas inmunes queparece sesostiene milagrosamente. Y eso sirve para quienes están en el Gobierno como quienes ejercen la oposición, que no deben olvidarse que son autoridades elegidas por el pueblo, y están obligados a ser honestasy denunciar enérgicamente sin componendas la corrupción de quienes gobiernan, cuando se produzca.
Cuando esto no ocurre y quien ejerce la oposición se tapa los ojos o mira para otro lado, estaremos ante grados o niveles de corrupción. Y este escenario no nos engañemos, con lo de ellos y nosotros, no hay culpables e inocentes,porque el que no es culpable, es al menos cómplice.
No nos engañemos, para ser honestos, no solo nos sirven aquellos que no realizan directamente prácticaschoriceras y tienen aparentemente las manos limpias, sino que es preciso, además impedir las prácticas de los demás. La pasividad puede ser tan corrupta y tan mal ejemplo como la actividad corruptora.
Los malos ejemplos los tenemos en todos los espacios y niveles, así muchos de los que llamamos generosamente intelectuales y que silencian hechos que deberían denunciar, minimizando cuestiones graves por no mancharse las manos y mantener una postura falsamente purista.
También los ciudadanos y ciudadanas tenemos una importante responsabilidad ante el estado de cosasactuales y los malos ejemplos. Si la gente de la calle no está dispuesta a soportar que los responsables de las instituciones democráticas actúen de forma deshonesta eindigna, será másprobable iniciar una regeneración democrática.
Lo que resulta increíble es que quienes acusaban ayer de casta a todos los demás, hoy actúen y utilicen los mismos subterfugios que quienes le precedieron, y además en el colmo de la deshonestidad se proclaman defensores de unos valores que suelen argumentar con habilidad para demostrar que quienes discuten sus privilegios personales están atacando tales valores.
Ha habido castas en todos los ámbitos de la sociedad y de la historia, eclesial, nobleza militar, burocrática. La política que invoca el interés democrático, y utiliza sin escrúpulos la falacia de que quien discute su dominio está erosionando la democracia.