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Un filme inteligente frente al cine de terror sin neuronas

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PARANORMAL ACTIVITY
Calificación: *** 
dirección: Oren Peli.
intérpretes: Katie Featherston, Micah Sloat, Mark Fredrichs.
EEUU. 2007. 97 minutos.

La película fue rodada en 2007 con un presupuesto inferior al del precio de un turismo medio. Una casa, una cámara digital y una pareja protagonista fueron suficientes para hacer realidad el sueño de Oren Peli de dirigir su propia película. Han transcurrido un par de años desde entonces y gracias a internet y a las posteriores bendiciones de eminencias como Steven Spielberg, la película se ha convertido en uno de los últimos grandes fenómenos de la taquilla estadounidense. Pero, ¿qué tiene Paranormal activity que no tengan las demás películas de terror que se estrenan a lo largo del año?.

En primer lugar, la inteligencia o neuronas suficientes de las que parecen carecer la mayoría de títulos del género dirigidos a su masivo público adolescente. Y, en segundo lugar, su capacidad para asomarnos a una experiencia terrorífica en primera persona, al convertir al espectador en voyeur de las interioridades de una pareja sometida por la presencia de una figura demoníaca.
En este sentido, la película demuestra que para ser aterradora no hacen falta efectos ni truculencias, sólo saber contar una historia, y Oren Peli lo hace desde una perspectiva pseudo-documental sometida por la influencia descriptiva de un clásico del género, como es El exorcista, en el sentido de que toma prestada su vocación científica a la hora de explicar o interpretar qué es lo que sucede cada noche en torno al dormitorio de la pareja protagonista, a la que el director cede casi todas las funciones del filme, hasta el punto de que la cámara es manejada o colocada por ellos en todo momento, incidiendo de esta forma en la verosimilitud de cuanto queda registrado a diario en la misma.
Peli resuelve además con acierto la forma en que la pareja se enfrenta cada día a lo que han grabado durante la noche, aunque cede al espectador el privilegio de captar con antelación todo lo ocurrido, dejando ya para el recuerdo la insoportable intensidad del plano fijo del interior del dormitorio y algunas experiencias tan perturbadoras como las de la ouija, las sábanas o el asalto a la cama, que inciden en la sobrecogedora naturalidad con que está rodada toda la película. Por otro lado, como en otros filmes rodados con técnica o recursos parecidos (Open water, Monstruoso, La bruja de Blair...) queda la duda sobre la viabilidad de este tipo de cine, entre otros motivos por la escasa definición de su imagen y los molestos movimientos de cámara que justifican su estilo.

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