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Hablillas

Glamping

Resultado de la unión de glamorous y camping, o sea, acampar con encanto.

Publicado: 18/07/2021 ·
19:59
· Actualizado: 19/07/2021 · 18:05
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Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Las siglas llevan un tiempo descansando. Su formación con las letras iniciales del grupo de palabras que las engendraban ha sido la base para su evolución al formar los acrónimos, la sílaba inicial de la primera acabando con la final de la siguiente. Uno de los más familiares es brunch, formado por breakfast, desayuno, y lunch, almuerzo, es decir, un desayuno pantagruélico en la frontera del mediodía. Especialmente utilizado por la hostelería y en inglés para internacionalizar el término, ahora se amplía la lista con el glamping, resultado de la unión de glamorous y camping, o sea, acampar con encanto. Son dos términos que ni se hablan, sin embargo el ingenio los marida, como las tostas de anchoas y alcachofas, para el ocio y disfrute vacacional. En nuestra provincia se oferta en Arcos, El palmar, Vejer, Tarifa y Zahara, entre otros enclaves, ofreciendo esta posibilidad como alternativa al hotel, aún estando en el recinto.Consiste en levantar un tipi o una jaima con las mismas comodidades de una habitación. Las fotos publicitarias recuerdan a las mil y una noches, a fin de reafirmar el significado de este neologismo, llegando a ocupar un lugar destacado en las solicitudes de alojamiento.

En un principio fueron las cabañas de madera, prefabricadas y a una distancia prudente del establecimiento donde se llegaba a pie, la clave y el medio para acceder a un mundo por descubrir:la naturaleza, dormirse con las cigarras y despertarse con los pájaros. Una experiencia que la mayoría de los clientes repitieron, pero sin olvidarse del insecticida. Y de la madera se pasó a la lona, a la versión estilosa de la tienda de campaña con habitaciones, aquellas azules con la banda naranja que parecían emerger de la arena todos los fines de semana de julio y agosto, cuando se podía acampar en la playa con un permiso del ministerio. Eran como búnkeres blandos plantados ante el agua, a meced de la brisa, el proyecto ilusionado de un chalet. Porque como los préstamos estaban difíciles, primero se compraba la parcela y más adelante se construía la casa. Ese espacio alargado hasta más de dos años se ocupaba con la caseta, una aventura para los niños y un chisme jugoso para los vecinos. Quién iba a decir que hoy sería una opción vacacional, una aventura tan real como sentir el latido del bosque y llevárselo para siempre con independencia del precio, entre los cincuenta y quinientos ochenta y nueve euros para dos personas y por dos noches. En cualquier caso, es una combinación tan chocante como ocurrente,siendo ese el atractivo para el cliente aventurero. Un paseo con el ratón corrobora estas líneas. Si no hay vacaciones, nos las podemos imaginar. Y sin insecticida.

Ánimo. Sigamos siendo cautelosos.  

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