El primer día de feria, marcado por la alerta amarilla por fuertes precipitaciones, no llegó a registrar el ambiente de otros años por una cuestión evidente. A la desolación de la calle del recinto ferial se le sumó, eso sí, un gran ambiente en el interior de las casetas, que fueron el mejor refugio para el público hasta bien entrada la tarde. Paradójicamente, la lluvia pareció venir la mar de bien a los caseteros para llenar sus recintos y hacer negocio: las orquestas no pararon, las cocinas no pararon de servir platos y las barras funcionaron con las copas de siempre.
En algún momento se percibió que el público era ajeno a lo que ocurría fuera de las casetas, como si la lluvia con fuera con él.
Entre las curiosidades, en una caseta se pudo ver al doble de King África, aunque más de uno pensó que era el verdadero tal y como está en mundo del espectáculo.
También fue un día de reuniones de compañeros de trabajo que tomaron juntos unas copas en armonía y buen ambiente.
