Ayer fue 14 de abril. Una fecha que a algunas personas no les dirá nada, pero para otras, el 14 de abril es una fecha histórica para este país.

Ayer se cumplieron 85 años de la proclamación de la Segunda República Española. No voy a hablar aquí de los grandes avances que trajo la República a este país, que no fueron pocos, ni de los nuevos y significativos derechos que adquirieron, a partir de aquel lejano 14 de abril de 1931, todos los ciudadanos. Tampoco comentaré nada sobre la Constitución republicana, una de las más avanzadas de su época. De lo que me gustaría hablar en este artículo es de la determinación con la que actuó una parte importante de la población española de aquella época. A pesar del inmenso poder de caciques y terratenientes, a pesar del conservadurismo de una gran parte de Iglesia y del ruido se sables del Ejército, a pesar de todas las trabas, la clase trabajadora se echó a la calle pidiendo una república que impartiera Justicia y Libertad.

En aquellos durísimos años treinta, la Justicia y la Libertad eran palabras huecas, que sonaban lejanas, y los trabajadores, los intelectuales y las fuerzas progresistas pedían un nuevo sistema que rompiera con la Monarquía, con dictadores fascistoides, con una Iglesia conservadora y represora y con tantas injusticias cometidas desde el Poder. Fue en la localidad de Eibar donde se izó por primera vez la bandera republicana (roja, amarilla y morada). Muchos años después, esa bandera sería siendo un verdadero símbolo de Libertad, pues la tricolor lleva la sangre de los que lucharon contra el fascismo en España y en Europa. Las banderas en sí, son simplemente trapos agitados por el viento, pero hay algunas que están llena de contenido y legitimidad.  Actualmente, hay muchas personas -cada vez más- las que pensamos que este país necesita una tercera República que traiga nuevos aires, que recupere los derechos -y también los deberes- perdidos. No nos sirve cualquier república, sino una que se proclame como una verdadera democracia igualitaria. La idea de una Andalucía dentro de una República Federal Española sería algo tan histórico como necesario en estos tiempos. El modelo de sistema capitalista está agotado y la crisis que padecemos es la muestra. ¿Qué más le tiene que pasar a la gente, entrampada hasta las cejas, hipotecada, desahuciada, manipulada y engañada, para que salga a la calle pidiendo un Estado nuevo, como hace 85 años?