Las numerosas denuncias hechas públicas mediante las redes sociales y en la oficina de Atención al Ciudadano llevaron en la mañana de ayer a agentes de la misma a
retirar bicicletas abandonadas en diversos puntos de la ciudad, un
fenómeno habitual en las últimas semanas que no tiene explicación.
Ni la propia
Policía Local ni Juan Miguel Solana, portavoz de la
Asamblea Ciclista de Cádiz, aciertan a encontrar las razones por las que, basta con abrir bien los ojos, es habitual encontrar con frecuencia auténticas
chatarras herrumbrosas, sin sillín y con las ruedas vaciadas, atadas con candado, sin embargo, en aparcamientos para bicicletas como el de la
calle Sirenas, en el paseo marítimo, o en el
cruce las calles Alcalá Galiano y Sacramento, como se podía ver en la página de Facebook Cádiz abandonada, entre otros muchos.
“Los
estudiantes Erasmus suelen adquirir una bici para moverse durante su estancia en la ciudad y, antes de volver a su país, las venden. Tal vez
con la pandemia acabaron abandonando algunas”, se aventura a apuntar Solana como posible solución de un misterio que, en cualquier caso, molesta a vecinos y, especialmente,
trae de cabeza a los usuarios.
Pese a los más de 635 aparcamientos para bicicletas en la ciudad, es habitual ver que algunas permanecen más tiempo del establecido por la ordenanza.
“Su utilización es rotatoria”, subraya el portavoz de la organización y pide ser solidarios.
Solana, partidario de que la Policía Local cumpla con lo dispuesto en la normativa con celo (con la retirada de cualquier bicicleta que lleve asegurada más de 72 horas en el mismo sitio), también reclama al Ayuntamiento que actúe para
garantizar el buen estado de estas instalaciones.
“Los coches
suelen doblar los arquillos donde se amarran” al estacionar, lamenta, y quedan inutilizados. Para evitar que se produzca este tipo de incidencias, plantea la instalación de
elementos protectores que también adviertan de la existencia de los aparcamientos.