Esta escisión, que ayudará a estudiar la circulación de las aguas y el cambio climático, se debió a la colisión de un iceberg aún más grande del que ahora navega por las aguas del Antártico.
El bloque de hielo –de una longitud de 78 kilómetros y una anchura de 33 a 39 kilómetros– y el que le golpeó, al ser ambos de gran tamaño, pueden afectar a la circulación oceánica y al equilibrio de los ecosistemas de la región. En la imagen se puede ver el momento del desprendimiento tomado desde un satélite.