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Las ausencias marcan la solemne entrega de los Premios Nobel

El recuerdo al disidente chino Liu Xiaobo y un sentido aplauso al galardonado en Medicina, Robert G. Edwards, ausente por enfermedad, destacaron de la entrega de los Nobel, donde un estricto protocolo marcó un acto presidido por el rey Carlos Gustavo de Suecia.

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  • El solemne acto fue presidido por el rey Carlos Gustavo de Suecia, que estuvo acompañado por su familia. -
El recuerdo al disidente chino y Premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo, y un sentido aplauso al galardonado en Medicina, el profesor británico Robert G. Edwards, ausente de la ceremonia, fueron las notas destacadas de la entrega de los Nobel en Estocolmo.

Un estricto protocolo marcó una ceremonia que presidió el rey Carlos Gustavo de Suecia, acompañado por la reina Silvia, la heredera Victoria y su esposo, Daniel Westling, y el príncipe Carlos Felipe, y en la que se entregaron los premios de Medicina, Física, Química, Literatura y Economía.

Y en la que los dos mayores aplausos fueron para Xiaobo y Edwards, considerado el padre de la fecundación in vitro.

Después de haber escuchado el himno nacional del país anfitrión, las primeras palabras fueron para el galardonado con el Premio de Medicina, Robert G. Edwards, de 85 años, quien no ha podido viajar a Estocolmo por problemas de salud, y para el disidente chino.

“Hoy en Oslo, el premiado de la Paz, Liu Xiaobo, que no ha estado presente, ha sido reconocido por su larga y no violenta lucha por los derechos fundamentales en China”, dijo el doctor Marcus Storch, en nombre de la Fundación Nobel.

Unos recuerdos que imprimieron un poco de calor a una gala, en la que los premiados siguieron un protocolo que les marca realizar tres reverencias: al rey, a los académicos y al público -1.570 invitados-, sin pronunciar palabra alguna.

Los primeros en recoger el premio fueron los profesores de origen ruso Andre Geim y Konstantin Novoselov, quienes trabajan en la Universidad de Manchester (Reino Unido) y reconocidos con el Premio Nobel de Física.
Investigadores que han sido galardonados por sus experimentos innovadores con el grafeno, un material bidimensional con múltiples aplicaciones debido a sus excepcionales propiedades como son la dureza, peso ultraligero, alta conductibilidad de electricidad y flexibilidad, así como transparencia y elasticidad.

A continuación subieron al podio los investigadores japoneses Ei-ichi Negishi y Akira Suzuki, quienes comparten el Premio de Química con el estadounidense, Richard F. Heck por el desarrollo de la catálisis por medio del paladio de uniones cruzadas en las síntesis orgánicas, una importante herramienta para la química orgánica actual.

Heck protagonizó una de las escenas más emotivas de la ceremonia cuando tuvo que ser ayudado por uno de los galardonados de Física a subir a recoger su premio.

Al igual que Ruth Edwards, que recibió una de los aplausos más calurosos al recibir el Premio de Medicina con el que la Academia ha distinguido a su esposo, el profesor británico Robert G. Edwards, por su contribución a la medicina y la revolución en el tratamiento de la fertilidad humana.

Edwards está considerado el padre de la primera niña probeta, Louise Brown, nacido por fecundación in vitro en 1978, un “logro monumental”, según la Academia.

A continuación fue el turno del Premio Nobel de Literatura, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, cuya ficción “penetra en los entresijos del poder y explora las obsesiones de sus explotadores”, según destacó el representante de la Academia Sueca Per Wästberg.

Se trata, dijo, de un escritor que cree en la literatura como “baluarte contra el prejuicio, el racismo y el nacionalismo intolerante, ya que en toda la gran literatura, los hombres y mujeres de todo el mundo son iguales. Es más difícil acabar con un pueblo que lee mucho”, enfatizó.

Un discurso que siguió con atención la familia de Vargas Llosa en la Sala de Conciertos de Estocolmo, decorada en esta ocasión con una explosión de flores de color rojo, cereza y lila.

Flores que envía cada año la ciudad italiana de San Remo, en donde falleció el 10 de diciembre de 1896 Alfred Nobel.

Cerró la entrega el Premio de Economía, que fue recogido por los profesores estadounidenses Peter A. Diamond, Dale T. Mortensen y el chipriota-británico Christopher A. Pissarides.

Su investigación en los mercados sobre la búsqueda de fricciones ha tenido un profundo impacto en cómo los economistas ven los mercados en general y los mercados laborales en particular.

La Orquesta Filarmónica de Estocolmo, bajo la batuta de Gustaf Sjökvist, acompañó los interludios musicales, y la mezzo soprano Katarina Karnéus interpretó piezas de Gluck y de Rossini.

Cuando la ceremonia finalizó y la Familia Real sueca abandonó el escenario, los familiares pudieron acceder hasta los premiados para felicitarles.

Banquete de gala
La fiesta de entrega de los Nobel culmina con una cena de gala para los galardonados con los Nobel, presidida por los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, en la que el escritor peruano Mario Vargas Llosa fue uno de los encargados en pronunciar los agradecimientos a los brindis.

Tras la ceremonia llega el momento del Banquete en el Ayuntamiento de Estocolmo, una cita más restringida que la gala de entrega de los Premios, a la que están invitadas 1350 personas, entre ellas 220 estudiantes de distintos centros escolares de Suecia.

El programa del banquete continua con la tradición y un año más el menú es el secreto mejor guardado, y sólo es revelado cuando todos los invitados estén sentados en sus mesas.

Durante la entrada y durante la salida Mattias Wager tocará el órgano del Ayuntamiento. También se escucharán fanfarrias y dos trompetas.

La fiesta comienza con la entrada de la familia real y otros invitados de honor por la escalera que conduce al Salón Azul del Ayuntamiento.

En 1901 el primer Banquete del Nobel se celebró en la Sala de los espejos del Grand Hotel, donde hoy se alojan los galardonados, con 113 invitados hombres.

Una cifra que ha aumentado hasta el millar de personas que degustarán los platos preparados por Niclas Wahlström, del restaurante A Kind of Cooking AB, y de Magnus Johansson, del café Xoko de Estocolmo.

El disfrute de tan selecto menú y espectáculo es un lujo al que se puede acceder previo pago de 1.900 coronas (unos 208 euros).

Vargas Llosa recibe el premio de manos del Rey
El escritor peruano Mario Vargas Llosa recibió de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia la medalla y el diploma que le acreditan como Premio Nobel de Literatura 2010, en una ceremonia celebrada en la Sala de Conciertos de Estocolmo.

Con semblante serio y tras haber seguido atentamente la ceremonia, el escritor realizó una reverencia ante el monarca sueco, quien le entregó el diploma y la medalla de oro con el rostro de Alfred Nobel que reciben los premiados.

“Estimado Mario Vargas Llosa. Usted ha encapsulado la historia de la sociedad del siglo veinte en una burbuja de imaginación. Esta se ha mantenido flotando en el aire durante cincuenta años y todavía reluce”, expuso en castellano, tras un discurso en inglés, el representante de la Academia Sueca, Per Wästberg, al invitar al escritor a acercarse al monarca para recoger el Premio Nobel de Literatura.

Wästberg dijo al presentar al escritor, ensayista y cronista peruano, que también tiene la nacionalidad española, que por medio de la ficción Mario Vargas Llosa “penetra en los entresijos del poder y explora las obsesiones de sus explotadores”.

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