Uno de los fines que esta iniciativa persigue es que los niños extrapolen los contenidos que aprenden en clase.
Entrenar la inteligencia emocional en adolescentes de entre 12 y 17 años resulta una táctica eficaz para prevenir conductas agresivas en las aulas y otros problemas de desajuste psicosocial (ansiedad, estrés o depresión), además de permitir a los estudiantes lograr un mayor rendimiento escolar.
Un estudio que está desarrollando un equipo de psicólogos de la Universidad de Málaga (UMA) revela que los jóvenes que reciben este programa de educación emocional, en el que ya han participado unos 2.000 estudiantes de varias provincias andaluzas, consiguen resolver de manera más satisfactoria los conflictos interpersonales.
Durante las sesiones de entrenamiento, que comenzaron en 2008 y finalizan este año, los expertos han detectado que las chicas muestran más habilidades emocionales en su vida diaria, por lo que en el caso de los varones se observa un cambio más significativo, ha explicado a Efe la coordinadora del proyecto, Ruth Castillo.
Además, los investigadores, que han contado con un grupo de control y otro experimental para comparar resultados, han constatado que los alumnos evaluados gozan de un mayor ajuste psicosocial y sufren en menor medida patologías como ansiedad o depresión.
El programa que el equipo de psicólogos ha diseñado a partir de un modelo teórico de inteligencia emocional incorpora una serie de ejercicios prácticos encaminados a desarrollar habilidades relacionadas con el conocimiento y la comprensión de causas y consecuencias que originan las emociones.
Una de las actividades que más ha llamado la atención a los chicos, según ha comprobado Efe en una de las sesiones de entrenamiento, es la que el grupo denomina "Pasapalabra", cuyo propósito es conseguir que los estudiantes pongan nombre a sus sentimientos y sean capaces de expresar su estado de ánimo.
Otro de los fines que esta iniciativa persigue es que los niños extrapolen los contenidos que aprenden en clase, para lo que deben confeccionar un periódico en el que incluyan el trasfondo emocional que subyace en los diversos acontecimientos informativos, algo que también les obligará a estar al día de la actualidad.
"Intentamos que los alumnos se diviertan y a la vez aprendan, además de proporcionarles un amplio repertorio de estrategias para que puedan disminuir las emociones negativas, como el enfado, la frustración, los nervios o el estrés", ha expresado Ruth Castillo.
Actualmente, existen varios estudios de educación emocional, aunque, en su mayoría, son "adaptaciones americanas", lo que lleva consigo ciertas limitaciones, dado que, en opinión de los investigadores del laboratorio de emociones de la UMA, ninguna prueba evalúa la inteligencia emocional de los adolescentes.
El próximo año, según está previsto, comenzarán los talleres para la formación de profesores en diferentes centros educativos, de forma que, a partir de un protocolo de actuación, puedan aplicar el programa de entrenamiento e integrarlo en el currículo escolar.
La coordinadora del proyecto, dirigido por el catedrático Pablo Fernández Berrocal y en el que colaboran Pilar Rueda y Desirée Ruiz-Aranda, entre otros, ha resaltado el papel que desempeñan las familias para que los jóvenes sean capaces de "etiquetar" sus habilidades emocionales y comprender cómo se sienten los demás.