En este primer capítulo de una serie de pequeñas entrevistas a extrabajadores de la factoría Delphi que aún están por recolocar y que mantienen un encierro indefinido en el edificio de los sindicatos de Cádiz, hablamos con Sebastián Jiménez Trujillo, que es uno de los más de quinientos extrabajadores de Delphi que siguen pendientes de una salida tal y como recogía el protocolo firmado en su día por la Junta de Andalucía.
Sebastián Jiménez Trujillo recuerda que el próximo 8 de marzo cumplirá 32 años desde que entró a trabajar en la factoría de Puerto Real. “Durante todos esos años he vivido muchas historias, he compartido muchas historias y anécdotas con los compañeros con los que ahora mantengo un encierro y con los que se han ido… pero me da pena que todos los sindicalistas que estuvieron en tantos comités de empresa como en tantos convenios, ahora no nos den su apoyo”.
Jiménez Trujillo deja claro que “nosotros estamos aquí encerrados y no tenemos nada en contra de los sindicatos, todo lo contrario, lo que pasa es que tantos compañeros de tantos comités que tuvimos allí (en Delphi), ahora se han quitado de enmedio, ya sean de uno u otro sindicato… me da pena no contar con su apoyo, sobre todo cuando les hemos dado tanto, cuando los 500 que aquí estamos hemos luchado tanto para que ellos estén ahora en sus casas con sus indemnizaciones y sus prejubilaciones”.
Añade que “es una pena que ahora nos sintamos engañados por esta gente que decían que eran nuestros compañeros y que estaban detrás de las siglas de un sindicato. Me entristece que tantos sindicalistas que dieron la cara por los trabajadores, ahora unos cuantos estén acabando con los sindicatos… ellos mismos están enterrando a los sindicatos. Ellos mismos se han dado cuenta que están echando a perder el nombre de los sindicatos”.
“No tenemos el apoyo que deberíamos tener”, sentencia para hablar del encierro en sí, “el cual iniciamos el lunes 27 de enero, y como anécdota, ya el segundo día, sobre las ocho y media de la tarde, un grupo de compañeros nos pusimos a comer en las escaleras que conducen a la parte alta de la sala donde estamos encerrados, para no comer delante del grupo mayoritario que estaba abajo. Nos comimos unos bocadillos y un zumo, tardamos unos veinte minutos, y al bajar una compañera nos dice que nos habían visitado…. En concreto cinco policías que tomaron los nombres de los compañeros encerrados”.
“Creí que era broma”, pensé, “pero no, era totalmente cierto, y es que creo que nunca en España había pasado que la policía se colase en un edificio sindical mandados por los propios sindicalistas. Mandar a la policía a unos compañeros que están protestando por algo que es justo, y que lo hagan los mismos sindicatos, eso creo que no ha pasado ni cuando existía el sindicato vertical en los tiempos del franquismo”.
Pero lo cierto es que “el encierro cada vez tiene más apoyo de compañeros, cada día se unen más compañeros a la protesta, aunque los sindicatos no estén de acuerdo en que estemos aquí, pero ya se están dando cuenta que la mejor forma de protestar es estar aquí, encerrados pero unidos, para reivindicar lo que es justo, puesto que contamos incluso con la palabra de un expresidente del Gobierno, pero lo más importante es que la Junta de Andalucía firmó un protocolo en el que se comprometía a darle una solución a todos los compañeros que perdimos el empleo. Por eso no es digno que tres cuartas partes estén con una solución y una cuarta parte esté tirada en la calle sin nada. Compañeros que estuvieron trabajando allí más de 25 años y no han tenido ni una oportunidad para acceder a un empleo… porque nosotros lo que queremos es un puesto de trabajo, o sino que cumplan lo que está firmado”.