El Juzgado de Primera Instancia número 3 de Jerez de la Frontera ha estimado la demanda presentada por una mujer contra Bankia, declarando la nulidad de los contratos de adquisición de participaciones preferentes y obligaciones subordinadas suscritos entre las partes en 2009.
Eso supone que la entidad de ahorro deberá devolver a la mujer los 114.000 euros que invirtió en este producto, además de las cantidades percibidas por gastos o comisiones, así como los intereses legales devengados desde la fecha de suscripción de las órdenes de compras.
Rafaela Pérez Revidiego, que tiene 70 años de edad y no sabe leer ni escribir, ha sido asesorada en este caso por el Bufete Ortiz Abogados, logrando recuperar de este modo el dinero invertido en este producto tras vender una casa en el campo, que era además su único patrimonio.
El juez ha tenido en cuenta que la mujer, ama de casa y viuda, suscribió los contratos por ofrecimiento del director de la sucursal bancaria de la calle Larga, que le garantizó su rentabilidad y no le advirtió de riesgo alguno. Además, no se realizaron test de idoneidad y los test de conveniencia fueron realizados por la entidad sin intervención del cliente.
Así las cosas, se considera que la víctima “concertó la compra de las participaciones y deuda subordinada estando su consentimiento viciado, al no tener un conocimiento cabal del producto y sus riesgos”. “Tal vicio -añade la sentencia-, por error sustancial sobre el objeto del contrato, es excusable por razón de tratarse de un cliente minorista y consumidor”, pero “determina la nulidad del contrato”.
La denunciante ha trabajado toda su vida “limpiando escaleras”, dedicándose además al cuidado de su marido, que quedó postrado en silla de ruedas cuando ella contaba con 40 años.
Durante estos últimos años, Rafaela se ha sentido “engañada” por Caja Madrid (ahora Bankia), una entidad de la que nunca dudó porque “siempre” le había otorgado préstamos con los que mantener su casa.
Ante la imposibilidad de acceder a su dinero, la denunciante se ha visto obligada a vivir estos últimos años con una pensión de viudedad de apenas 400 euros.