Aún no ha demostrado nada. De momento, José María González sólo ha lanzado promesas al aire pero esos mensajes han calado muy profundo en una parte de la sociedad gaditana. Tanto que este mediodía cuando se asomó al balcón la gente que lo esperaba en San Juan de Dios lo recibió como si de un mesías se tratara. Los ciudadanos allí congregados lo aclamaban desde antes de que fuese nombrado alcalde pero una vez investido se desató la locura en la plaza. Desde el Salón de Plenos se escuchaban cánticos:
Qué bonita está mi Cádiz/qué bonita mi ciudad/ qué rebosa de alegría/cuando la teo se va.
Kichi, junto al resto de su equipo, caminaba hacia el balcón con una sonrisa que dejaba entrever también cierto desconcierto y turbación por la situación. Al alcalde le caían los sudores por la cara fruto de tantos sentimientos como empezaron a aflorar en él. Y es que hace tan sólo unos meses no imaginaba verse en esta tesitura.
Cuando Kichi salió al balcón, empuñó el bastón de mando a los sones de: El pueblo unido, jamás será vencido y
Sí se puede. Mientras tanto, Teófila Martínez esperaba a que González terminase de vivir su momento para acompañarlo al despacho de Alcaldía, y realizar el arqueo de las cuentas municipales. El momento estuvo marcado por una curiosidad, porque Teófila le cedió el paso para que entrase el primero al que es ya su despacho, pero Kichi, por cortesía, prefirió que pasase ella primero. Al final entraron los dos a la vez. Martínez estuvo unos minutos conversando con el alcalde para, acto seguido, proceder a la firma de los documentos.
Al salir del desapacho, José María González, atendió a los medios de comunicación, mientras que Teófila Martínez junto al resto de su grupo salían escoltados del Ayuntamiento. Fue en ese momento cuando la gente que había en San Juan de Dios empezó a pitar a la alcaldesa repitiendo los cánticos en su contra.
Teófila Martínez no tuvo la salida del Ayuntamiento que se merecía. Se puede estar de acuerdo con su forma de gobernar o no, son lícitas las dos posturas, pero lo que es innegable es que ha trabajado, y mucho, por la ciudad, a la que ha dedicado 20 años de su vida en cuerpo y alma (y eso es algo que reconocen los propios concejales de su oposición). Se puede optar por otra opción política, pero lo que no se puede es cargar personalmente contra una persona, condenándola socialmente. Eso no debe ser propio de una ciudad como Cádiz.