Los partidos políticos -todos- son proclives a los ejercicios de cinismo controlado -más o menos- y a las explosiones periódicas y discontinuas de “preocupación” por lo que ocurre en los territorios en los que no gobiernan, independientemente de la preocupación que supone el hecho de gobernar ante la “preocupación” de los partidos opositores.
Este galimatías aplicable a muchas cuestiones de la vida municipal, que es la que prioritariamente aborda este periódico, tiene su ejemplo más claro y fecundo en las reacciones que mes tras más se suceden una vez que se dan a conocer las listas del desempleo, que en Chiclana, como en todas las ciudades que han centrado su economía principalmente en el monocultivo del turismo, está condicionado por la estacionalidad del sector.
Es cinismo controlado porque ante la realidad machacona y repetida, son proclives a alegrarse de las bajadas del paro cuando gobiernan, teniendo bien cuidado de añadir la coletilla de un plus de preocupación porque las bajadas suelen ser testimoniales por esperadas y el problema sigue siendo estructural; y son discontinuas porque callan cuando las cosas vienen mal dadas, que son los meses de temporada baja.
Finalmente, la preocupación añadida es por contestar al adversario cuando toca en vez de concentrar esfuerzos en adoptar medidas valientes. Si tienen alguna. Ahí es donde se mezclan desempleo y desvergüenza. Política, por supuesto.