Aunque a tenor de bastantes de las referencias que la precedían esta coproducción uruguaya-hispano-argentina -de 105 minutos de metraje, dirigida por Gustavo Hernández, escrita por Juma Fodde, con una excelente fotografía de Guillermo Nieto, justamente premiada en Málaga, junto a su montaje, con una música machacona y estridente de Alfonso González Aguilar y con un reparto entregado sobre el que se comentará luego- ha resultado una decepción para quien esto firma, es norma de obligado cumplimiento dejar constancia de sus aciertos y fallos.
Vamos, pues, con los primeros. Entre ellos, un tema original en los códigos del género, que lo emparenta con el gótico contemporáneo. A saber, una compañía de teatro dirigida por una mujer, que apuesta por la transgresión extrema, y experimenta con los resultados que ofrece un reparto sometido al insomnio más radical.
A saber, el lugar donde se desarrolla la acción, un antiguo hospital psiquiátrico abandonado y poblado de presencias e historias. A saber, que los papeles importantes -a uno y otro lado- estén interpretados por ellas. A saber, que la villana de la función no sea de una sola pieza sino que sus actos -aunque el fin no justifique sus medios…- están animados por el amor a su profesión y no estén exentos de cierta ternura. A saber, que su clima y su revelación de los enigmas que habitan ese entorno inquietante estén bien graduados. A saber, que sus actrices -Belén Rueda, Eva de Dominici, Natalia de Molina, Eugenia Tobal…- funcionen bien aunque sus roles se presten a la sobreactuación.
Pero… resulta reiterativa, estridente, con subrayados innecesarios que hubieran sido ad hoc para el fuera de campo, excesiva y con oquedades de guión que nos ocultan temas importantes, con personajes secundarios algo chirriantes, con toques de cliché respecto a dramaturgias malditas, con una banda sonora -a la que ya se ha hecho referencia- machacona y cargante. Con una segunda parte cuyo climax, y su conclusión, son previsibles aunque se pretendan sorprendentes.
Escrito queda. Puestas así las cosas, véanla para coincidir o discrepar. Pero véanla.