La ausencia de Rafael Nadal pesa tanto como la impronta que el mallorquín ha dejado a lo largo de los últimos 20 años en la tierra batida de Roland Garros, que a partir de este domingo buscará sentar en el trono vacío a un nuevo rey, lugar al que se postulan con más galones Carlos Alcaraz y Novak Djokovic.
Si ambos cuentan con argumentos de peso para presentarse como favoritos, la edición 2023 del Grand Slam francés se asemeja a una hoja de árbol movida por el viento, huérfana de la referencia del catorce veces campeón y con la etiqueta de "más abierta que nunca".
Cuesta encontrar en la memoria de los seguidores una edición que no estuviera jalonada por el nombre del mallorquín, ya fuera por su favoritismo desmesurado, ya porque, cuando llegaba en mala forma, había acostumbrado a todos a renacer en París.
La primavera de la capital francesa no será igual sin su influjo y nadie ha hecho méritos para sustituir ese marchamo en los días previos, a la espera de que, una vez que empiecen a sonar los raquetazos, aparezca una nueva jerarquía de favoritos.
Alcaraz y Djokovic son ahora los mejor situados para levantar el 11 de junio la Copa de los Mosqueteros, cada uno con sus armas, pero ninguno de los dos con la solidez que aportaba Nadal. El caprichoso sorteo quiso que sus trayectorias se crucen en semifinales.
El español, número 1 del mundo, aterriza por vez primera como líder en un torneo de esta envergadura, puesto que una lesión le privó de disputar el Abierto de Australia a principios de temporada, el primer grande desde que en el de Estados Unidos de 2022 se propulsara a la cima del ránking.
EL BORRÓN DE ROMA
A sus 20 años, el murciano ya ha demostrado que su irrupción en el tenis no es flor de un día y este año suma ya cuatro títulos, dos de ellos en la reciente gira de tierra, Barcelona y Madrid.
El borrón de Roma, eliminado en segunda ronda por el húngaro Fabian Marozsan, un tenista de segunda fila, empaña algo su aureola de campeón, pero el pupilo de Juan Carlos Ferrero tiene ahora una buena oportunidad de hacer olvidar ese tropiezo y recobrar el ritmo con el que viene convirtiéndose en "el primero que" de tantas cosas.
Al español le falta, sin embargo, trayectoria para que su liderazgo no sea todavía cuestionado. Será su tercera participación en Roland Garros, donde en su debut en 2021 fue vapuleado en octavos por el alemán Jan-Lennard Struff, y al año siguiente demostró falta de experiencia contra el también germano Alexander Zverev en cuartos.
Hasta su victoria en el Abierto de Estados Unidos de 2022, Alcaraz nunca había superado esa ronda en un grande, lo que invita a la prudencia sobre sus opciones. La pista dictará sentencia.
Si el presente apunta en favor de Alcaraz, por la temporada que está firmando, el pasado preconiza la victoria de Djokovic, que busca su tercera corona en París y la vigésima tercera de su carrera en un Grand Slam, en un año que no está siendo particularmente brillante.
UN AÑO DIFÍCIL
Tras su victoria en el Abierto de Australia, el serbio ha estado empantanado entre problemas físicos, restricciones de viaje por su negativa a vacunarse contra el covid y malas actuaciones que le han hecho firmar una hoja de servicios indigna de su pedigrí.
En los doce duelos que ha disputado desde que igualó con Nadal en Melbourne a número de grandes, ha perdido cuatro de los doce partidos disputados, algunos contra rivales muy alejados de su nivel.
Por eso, a sus 36 años se presenta en París como el último resistente de la vieja guardia, pero también con su prestigio algo minado, aunque ninguno de los otros rivales en la tierra batida posee un currículum que le llegue al tobillo.
"Nole", además, ya ha visto cómo su férrea mentalidad flaquea cuando se trata de asaltar los cielos y la perspectiva de convertirse en solitario en el hombre con más Grand Slam, 23, se asemeja bastante a un precipicio de ese tipo.
Ya le pasó en el Abierto de Estados Unidos de 2021, cuando tenía la posibilidad de apuntarse el cuarto grande del año y superar a Nadal con 21 títulos mayores, pero le tembló la raqueta en la final contra el ruso Daniil Medvedev.
El moscovita es, ahora, el tercer hombre de esta edición tan incierta. Aunque París no se le ha sido particularmente propicio, su reciente triunfo en Roma, el primero en tierra batida, le propulsó al número 2 del mundo y le hizo ganar crédito de cara a Roland Garros.
El sorteo le agració con un cuadro relativamente despejado, aunque tendrá que vencer sus fantasmas en una pista donde solo ha ganado siete partidos en seis participaciones, todos ellos en las dos últimas ediciones.
A partir de ahí, las incógnitas son infinitas. ¿Será el año del griego Stefanos Tsitsipas, finalista de 2021? ¿Dará la campanada el danés Holger Rune, con una trayectoria ascendente que le ha llevado a disputar las finales de Montecarlo y Roma? ¿O al fin se desmelenará el noruego Casper Rune, finalista del año pasado? A falta del rey, todo es más posible.
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Alcaraz y Djokovic, candidatos al trono vacante
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