La pregunta del porqué a tantos males se contesta con tal solo ver las actuaciones de nuestra clase política. Las pronunciadas diferencias que encuentran los ciudadanos cada vez que visitan otra localidad no es fruto de la casualidad ni de la mala suerte, es exclusivamente de las decisiones -casi siempre obtusas- que nos conducen a tirar una y otra vez las oportunidades que se nos presentan.
La no construcción de los aparcamientos de plaza de toros deja en una inacción difícil de argumentar. Cuando se pretende que el coso se convierta en una zona que englobe actividad durante todo el año, es complicado de explicar cómo El Puerto, a día de hoy, para una ciudad que se autodefine como turística, puede tener un parque deficitario de aparcamientos en torno a él.
La problemática de los parkings se ha constatado con la falta de sintonía entre los dos socios de Gobierno con declaraciones y actuaciones encontradas y nuevamente con la Autoridad Portuaria de por medio. 
El retraso, la cabezonería y la intransigencia se imponen, pese a quién pese y cueste lo que cueste. Al final seremos todos los que paguemos el cumplir con un programa electoral, el socialista. Valorar el coste económico en la no construcción del parking y lo que ello puede suponer en no adecentar y exponencial una zona en su uso, disfrute y explotación no hace sino constatar que la ciudad sin inversión se asfixia por la escasa apuesta de adaptarse al siglo XXI.
La decadente realidad de la ciudad se acrecienta.