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Escrito en el metro

Niell y la importancia de la causa

En la Universidad aún persisten casos en los que suspender a un 90 por ciento del alumnado es un triunfo, pírrico obviamente.

Daniel Manzano ha sido recientemente galardonado con el DIPC de divulgación científica por su brillante artículo sobre correlaciones y causalidades. A través de distintos ejemplos pone en evidencia que relacionar series de datos con determinados hechos puede conducirnos a conclusiones falaces y absurdas. Así, acude al ejemplo clásico de la correlación entre el aumento desde inicios del XIX de la temperatura media global y la reducción paralela del número de piratas.

Xavier Niell, catedrático de ecología, ya enseñaba a inicio de los 80  a distinguir entre la causa y la casualidad. Los miles de alumnos que han pasado por sus clases siempre recordarán la correlación entre el aumento en la venta de paraguas y la disminución de capturas de sardinas, o porqué al aumentar el número de viudas en los grandes conflictos bélicos del siglo pasado aumentaba la producción de leche. Obligaba a pensar si eran correlaciones casuales o si había una causa real en ellos, para remachar en que lo verdaderamente importante es siempre buscar y demostrar la causa, más que limitarse a observar los efectos. En ambos supuestos hay una causa, en el primero la lluvia que obliga a protegernos y espanta a las sardinas, y en el segundo el hecho de que las viudas criaban gatos, que esquilmaban las poblaciones de insectívoros, con lo cual aumentaban  los polinizadores que garantizaba pastos más densos.

Niell es catapaleño, una mezcla de seny de su origen catalán y la sorna de El Palo ingerida durante casi cuatro décadas. Su carrera docente en la UMA está cargada de anécdotas épicas y frases que perdurarán. Como cualquier guardameta alardea que un día Messi le coló un gran gol, son muchos los que presumen que aprobaron con Xavier a la primera segunda, o en una convocatoria de gracia, y le recuerdan con el orgullo de la causa que aprendieron de un maestro. Por el contrario, en la Universidad aún persisten casos en los que suspender a un 90% del alumnado es un triunfo, pírrico obviamente. Es un efecto sin causa justificada más allá de la honrilla de sentirse un terminator, sin tener clara la correlación de que el que más suspende no es el que mejor enseña y que lo importante, como todo en la vida, es la causa.

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