Llamar las cosas por su nombre, no parece una ofensa a la dignidad, al menos así lo entienden la mayoría cuando escuchan que una vivienda de 30 metros cuadrados puede llamarse casa. Aunque en determinadas ciudades, como Madrid o Barcelona, encontrar una vivienda de estas características es la única forma de vivir en algún sitio, ante los elevados precios del alquiler, en otros sitios, como Andalucía, donde se vive de otra manera, es un verdadero insulto a la dignidad, ya que 30 metros cuadrados para tener un cuarto de baño, una cocina y una habitación que a la vez será salón, salita y dormitorio, no parece la mejor fórmula pública para que todos puedan acceder a una vivienda. Además estos habitáculos es para jóvenes, universitarios, personas mayores o víctimas de malos tratos, entre otros, colectivos con sustanciales problemas económicos que no pueden acceder a una vivienda mejor. Las soluciones a problemas tan dispares nunca son tarea fácil, pero la opción de viviendas de 30 metros cuadrados, tampoco parece que sea dar una solución muy adecuada a estos sectores. Buscar otras alternativas debería ser el mejor camino para no hacer con este planteamiento una “ofensa a la dignidad”.