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Le Pen rechaza "dar confianza ni mandato" a los candidatos a la presidencia

La líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, rechazó "dar confianza ni mandato" a los candidatos a la presidencia de Francia

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  • Le Pen (i) habla con su padre. -
 La líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, rechazó "dar confianza ni mandato" a los candidatos a la presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy y François Hollande y dijo a sus electores que voten "según su conciencia" en la segunda vuelta.

La líder ultraderechista dijo a los asistentes a un multitudinario mitin celebrado en el centro de París:"vosotros sois ciudadanos y votareis según vuestra conciencia, libremente", y excluyó dar una consigna precisa para votar a Sarkoy o a Hollande.

La candidata a la presidencia de Francia quedó en tercera posición en la primera vuelta del pasado 22 de abril, con casi un 18 % de los votos, por detrás del presidente candidato Sarkozy y el aspirante, el socialista Hollande.

Le Pen pronunció un discurso en el que aseguró que el reto es hacer que su partido acceda a la Asamblea Nacional en las elecciones legislativas de junio y criticó duramente a los dos candidatos a la presidencia, de quienes dijo que "han mentido con aplomo".

La líder del FN dijo que "personalmente" votará "en blanco" el próximo domingo, pero insistió en que cada uno de sus electores deberá expresar su elección según su "conciencia y sensibilidad", después de desgranar sus críticas a las posiciones tanto del conservador como del socialista.

"El gran cambio procederá del pueblo", clamó la líder del partido de ultraderecha, quien se burló de los intentos de los dos candidatos de reconocer al FN una presencia política que le negaban antes de la primera vuelta de las presidenciales.

"Nadie nos puede dar lecciones", manifestó Le Pen, quien aseguró que tanto los conservadores como los socialistas -a ambos los unió en una amalgama de sus respectivas siglas denominándoles el sistema UMPS (por la conservadora UMP de Sarkozy y el PS de Hollande)- han convertido a Francia en "una república bananera".

Dijo que los dos candidatos "son las dos caras del mismo sistema", del que dijo que ya "no tiene aliento" y aseguró que, gane quien gane las elecciones, intentarán aplicar políticas "que no se realizarán".

Ridiculizó la aproximación de ambos hacia los electores del FN -cuyos votos necesitan para imponerse el próximo domingo- y preguntó a sus simpatizantes: "¿qué os parece pasar del papel de idiota al de árbitro de la elección presidencial?".

"Nada será como antes", advirtió Le Pen, quien se mostró especialmente crítica con Sarkozy, un presidente que, según añadió, no solo "ha hecho mal a los franceses, sino que les avergüenza".

Sobre un estrado montado delante de la fachada de la Ópera de París, en un día soleado y con la plaza abarrotada de simpatizantes, Le Pen miró hacia adelante en el futuro político de su partido al asegurar que cuando este alcance "el 30, 35 o 40 %, nuestras ideas llegarán al poder".

"Ya no hay elecciones presidenciales", insistió Le Pen, para quien su partido dispone de lo que calificó del "arma absoluta: la verdad y el sentido común".

"El debate gira en torno a nuestras propuestas", explicó Le Pen al desgranar las diferentes opciones que ambos candidatos han dado a las que calificó como preocupaciones básicas de los franceses.

"Nos hemos convertido en el centro de gravedad de la vida política francesa", dijo la política ultraderechista, acompañada a su izquierda por su padre, Jean-Marie.

El discurso fue pronunciado después de un desfile que llevó primero a Le Pen al pie de la estatua de Juana de Arco, la figura histórica y símbolo de Francia al que rindió homenaje y que además se producía a tamaño gigante en el fondo del estrado levantado delante de la Ópera.

Le Pen criticó a ambos candidatos a la presidencia por lo que denominó de actitud "servil" en relación con la estrategia de rigor presupuestario aprobada por la mayoría de los países de la Unión Europea y que la líder del FN vinculó específicamente a la política del Banco Central Europeo (BCE).

Y aseguró que los franceses votarán el 6 de mayo un presidente que no lo será estrictamente de los ciudadanos galos, sino "del BCE, de la Comisión Europea y del Fondo Monetario Internacional".

Abogó por el "proteccionismo" como instrumento esencial para recuperar el "verdadero crecimiento" económico y aseguró que al día siguiente del 6 de mayo habrá una "tercera vuelta", que consistirá en aplicar "planes de despidos, quiebras y reestructuraciones".

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