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España

El incendio de Guadalajara: 10 años del desastre natural y la tragedia humana

Un sentir que está presente en todos los vecinos de la zona y de la provincia, como es el caso del actual alcalde de La Riba, Juan Pedro Bustos. Él vivió en primera persona el incendio y "fue impresionante", si bien, más allá de la devastación forestal de la zona, lamenta las víctimas

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El incendio de Guadalajara de 2005 fue un desastre natural y una tragedia humana que nunca se olvidará en la provincia y, además, marcó un antes y un después en los medios, protocolos y reconocimiento de la labor del servicio de extinción de incendios en España.

Hace diez años, un día como hoy, el fuego se originaba en una barbacoa prendida por un grupo de excursionistas en un merendero del municipio de Riba de Saelices. El fuego calcinó más de 10.000 hectáreas de pinar y monte bajo, incluidas cerca de 2.400 hectáreas de alto valor ecológico pertenecientes al Parque Natural del Alto Tajo, y segó la vida a 11 personas que participan en la extinción del mismo, cuya virulencia llevó a los servicios de extinción de incendios más de una semana para extinguirlo.

La gestión del mismo derivó en importantes y duras críticas al Gobierno regional y central por la descoordinación y falta de medios, en especial en las primeras horas, y derivó en un proceso judicial que, siete años después, concluyó con un único condenado a dos años de cárcel, el excursionista que prendió la barbacoa.

La Riba, una década después sigue siendo un pequeño municipio en un entorno medioambiental único a pesar del devastador incendio. Lucía Enjuto, alcaldesa de Mazarete en ese momento, otro de los pueblos afectados por el incendio, y actual diputada delegada de Agricultura, Ganadería, Medio Ambiente y Desarrollo Rural recuerda con mucho dolor esos días.

"Fue muy duro, me pongo en la piel de muchos alcaldes de la provincia que ven que se queman sus montes o sus pueblos y sé lo que están pasando en cada momento, por lo que nosotros pasamos. Fuimos bastantes los ayuntamientos afectados y todos los alcaldes tenemos grabado lo que vivimos esos días", señala sin olvidar el recuerdo a los 11 miembros del retén de Cogolludo (Guadalajara) fallecidos en el incendio el 17 de julio.

Un sentir que está presente en todos los vecinos de la zona y de la provincia, como es el caso del actual alcalde de La Riba, Juan Pedro Bustos. Él vivió en primera persona el incendio y "fue impresionante", si bien, más allá de la devastación forestal de la zona, lamenta las víctimas, a quienes nadie olvida.

Así también le ocurre a Enjuto cada vez que ve a agentes forestales de los retenes, quienes no han parado de trabajar lamentablemente en la última semana en la provincia con la declaración de tres incendios, ya controlados.

Tras la tragedia humana, "esperábamos que fueran ejemplo para que se pusieran todas la medidas posibles para intentar que aquello que ocurrió no volviera a repetirse y así fue", señala.

En este sentido, destaca la creación de la Unidad Militar de Emergencia (UME), la profesionalización de los agentes forestales y "fue un poco concienciarse todo el mundo de lo que podía pasar", si bien señala que aún falta mucha conciencia social en general.

En esta línea y consciente de que el "coste fue altísimo, irreparable pero que sirvió para avanzar en el abordaje de los incendios en España", se manifiesta una de las familiares de los fallecidos y letrada que llevó la defensa de la Asociación de Familiares, Carmen Clara Martínez de Tejada.

"Los recuerdos personales son muy duros y, aunque han pasado 10 años, están todos presentes y lo revivimos como si fuera prácticamente ayer", señala desde la parte más personal sin dejar de señalar que "la gestión fue calamitosa y la comisión de investigación, una patraña".

También lamenta "el maltrato a las familias de las víctimas, a las que se les ocultó información desde el primer día, cuando sabían que habían fallecido y nos decían que estaban desaparecidos".

Pese a todo el dolor, les queda el sabor agridulce en "la certeza de que todo el trabajo que hicimos, aunque no dio sus frutos en la vía penal, sí ha valido después para el abordaje de los incendios en España".

"Ahora es impensable lo que ocurrió, que se hiciese fuego en las mismas circunstancias, que dos responsables de los servicios de extinción que lo calificaron de dantesco se fueran a dormir", señala y destaca que afortunadamente hoy se dotan de más medios y "la movilización que se lleva a cabo, empezando por la UME".

No obstante María Clara, al igual que Enjuto, señalan que siempre hay cosas que mejorar y lo cierto es que, en la provincia, los agentes forestales no dejan de reivindicar más medios, recortados en el último mandato, y que se hacen escasos en incendios como el del pasado verano en Aleas y Bustares, del que justamente mañana hace un año.

El fuego de 2005, además de 11 vidas, arrasó más de 10.000 hectáreas, en su mayor parte pinares resineros que, además de su valor medioambiental, eran un modo de vida en la zona donde muchos de sus habitantes vivían desde mediados del 1800 de la extracción de la resina.

"La regeneración ha sido espontánea y natural en la mayoría de los casos, y lenta" apunta Enjuto.

"Ya no es el pinar que teníamos entonces, si bien es cierto que hay zonas que se están recuperando con pinos pero hay otras zonas que no, que son otro tipo de árboles o arbustos", los cuales por su variedad sirven de cortafuegos naturales, según esta diputada.

Fueron varias las iniciativas puestas en marcha para recuperar la zona y dinamizarla económicamente, como es el caso del Centro de Educación Ambiental "Dehesa Común de Solanillo" que abría sus puertas en 2008 y da empleo hasta 20 personas en época estival además de generar actividad al trabajar con proveedores de la zona.

Sin embargo, esta zona, al igual que en otras muchas provincias españolas, ve cómo se va despoblando año tras año, como reconoce el alcalde de La Riba quien aún confía en ver el pinar como lo conoció.

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