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España

Podemos trata de aguantar el chaparrón del chalé de Iglesias y Montero

Es algo que para muchos de sus militantes puede ser un jarro de agua fría que no esperaban de sus dirigentes

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  • Pablo Iglesias e Irene Montero. -

Podemos trata de aguantar el chaparrón tras el aluvión de críticas que han caído por el chalé de más de 600.000 euros que Pablo Iglesias e Irene Montero se han comprado en la sierra de Madrid, algo que para muchos de sus militantes puede ser un jarro de agua fría que no esperaban de sus dirigentes.

El silencio que ha imperado en la cúpula de la dirección morada dice mucho de la preocupación que les ha causado la repercusión de la noticia y fuentes del partido reconocen a EFE su temor a que el asunto se pueda seguir estirando durante una temporada y que su "utilización" sirva para erosionar a Podemos.

Se quejan de que la lupa que se pone sobre Iglesias y Montero no es la misma para otros dirigentes políticos y de que se les exige mucho más que al resto.

Pero no pueden obviar tampoco que hay quien puede ver contradicciones entre el código ético y el discurso morado contra los privilegiados y el hecho de que sus principales dirigentes hayan optado por irse a vivir a un chalé unifamiliar con piscina individual, al que no tiene acceso cualquiera ni pidiendo una hipoteca como la que han solicitado ellos (540.000 euros a 30 años).

De hecho, el que Iglesias y Montero se hayan sentido en la necesidad de explicar en un comunicado a sus militantes los detalles de la compra de su casa da idea también de que son conscientes de que puede haber decepcionados entre sus militantes.

De puertas para afuera lo que repiten, como la propia Montero hizo hace unos días, es que no es lo mismo gastarse 600.000 euros en una casa "para vivir" que para "especular", y así explican que hace unos años el propio Iglesias criticara que el exministro de Economía Luis de Guindos se comparara "un ático de lujo de 600.000" euros.

Los que no han podido evitar pronunciarse sobre la posible incoherencia en la actuación de sus líderes lo han hecho, como Íñigo Errejón, para decir que prefieren no comentar lo que consideran "una decisión personal", o cómo Pablo Echenique para negar la mayor.

Echenique ha salido al paso y ha devuelto las críticas a los que ven incoherente "tener un buen sueldo y una buena casa y querer un país mejor en el que nadie lo pase mal".

"Es un planteamiento reaccionario que niega la posibilidad de ser clase media y decente al mismo tiempo", según decía ayer mismo el secretario de Organización de Podemos.

Pocos se han salido del guión, pero la única voz que desde dentro ha cuestionado públicamente su decisión también es muy significativa.

Ha tenido que ser el anticapitalista José María González,'Kichi', alcalde de Cádiz, uno de los llamados ayuntamientos del cambio de los que tanto presume Podemos, el que no ha tenido reparos en decir lo que piensa.

Para 'Kichi', el código ético de Podemos "no es una formalidad, es el compromiso de vivir como la gente corriente para poder representarla en las instituciones y supone renunciar a privilegios como el exceso de sueldo".

El alcalde gaditano dice que no quiere dejar de vivir y criar a sus hijos "en un piso de currante" en Cádiz con su compañera, Teresa Rodríguez, lo que ya considera bastante privilegio.

Por eso, como todos los cargos públicos de Podemos, dona cada mes una parte de su sueldo y sigue cobrando lo equivalente a su salario de profesor de secundaria.

Y el objetivo, dice, "no es la donación en sí misma": "Es no parecernos a la casta, es no ser como ellos porque vinimos a desalojarlos a ellos después de que hubieran estado desahuciando por miles a nuestra gente, es no vivir como ellos, es parecernos al pueblo que nos eligió y al que seguimos siendo leales".

Teniendo en cuenta que 'Kichi' gobierna gracias a miles de votos de las bases de Podemos, habrá que pensar también que su pensamiento es el que hoy tienen muchos militantes.

Contradicción o coherencia, el caso es que es difícil pensar que Iglesias y Montero no calcularan la que se les podía venir encima y han arriesgado al tomar su decisión.

Ahora tendrán que esperar que su militancia la comprenda y que a su recién estrenada hipoteca no tengan que sumar otra factura en las urnas, que ya se sabe que para ellos son la verdadera encuesta. 

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