Oriol Mitjà, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Can Ruti, propone hacer pruebas rápidas masivas serológicas por sangre con un simple pinchazo
Oriol Mitjà, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Can Ruti (Badalona, Barcelona), que elabora un plan de desconfinamiento para el Govern, cree que el virus SARS-CoV-2 no podrá eliminarse a corto plazo y habrá "brotes recurrentes durante los próximos meses", así que propone hacer pruebas rápidas masivas serológicas por sangre capilar con un pinchazo en el dedo y crear un "certificado de inmunidad" para las personas que hayan desarrollado anticuerpos.
Así lo especifica en un borrador de un plan de "salida coordinada del confinamiento", que, junto con el biólogo e informático andorrano Joel López, adapta a Cataluña el modelo preparado para Andorra, a cuyo Gobierno también asesora.
"El escenario de futuro más probable es que la transmisión del SAR-CoV-2 (nCOV) no se pueda eliminar a corto plazo y que se originen brotes recurrentes durante los próximos meses", especifican Mitjà y López en su propuesta de control epidemiológico de la COVID-19, a la que ha tenido acceso la Agencia Efe.
Según estos especialistas, el virus no se podrá erradicar pronto por su "gran transmisibilidad, periodo corto de incubación y baja proporción de población inmunizada (15 %)".
"Incluso si usamos medidas de control de infección eficaces, lo más probable es que algún caso pueda escapar al control epidemiológico. Sólo a medida que haya más gente protegida por haber pasado la infección y posteriormente por el impacto de la vacunación, disminuirá el riesgo de que haya brotes", añaden.
El objetivo del documento redactado a principios de este mes por Mitjà y Joel es "valorar y proponer herramientas que permitan implementar las actividades de salud pública necesarias para controlar la infección SARS-CoV-2 en la comunidad".
Proponen un "desconfinamiento secuencial de personas en riesgo", evaluar la inmunidad de la población, detectar precozmente los casos y contactos y adoptar medidas de "confinamiento 'on/off' focalizadas en zonas calientes".
Mitjà y López advierten que llevar a cabo este plan requerirá la colaboración de los sectores público y privado, de la población en general y dotar a los servicios encargados de enfermedades de declaración obligatoria (EDO) de personal suficiente (epidemiólogos, enfermeras, agentes comunitarios de salud) "para que, cuando haya un pequeño brote, sea controlado y no degenere en una epidemia".
En cuanto al "desconfinamiento secuencial de personas en riesgo", establecen que primero podrán salir de casa "las personas más jóvenes y sanas y comprobar que esto no supone un impacto sobre el sistema de salud".
Planean "mantener a las personas en riesgo y aún no infectadas en casa por más tiempo" y "esperar para abrir escuelas y grandes eventos".
Así, secuencian el desconfinamiento en seis fases: primero abrir negocios que no son básicos; después abrir la hostelería; en tercer lugar dejar salir a personas de menos de 70 años; luego reabrir los centros escolares y educativos; y finalmente las dos últimas medidas serían desconfinar a personas mayores de 70 años, inmunodeprimidas y sus convivientes y, por último, levantar la restricción de eventos de más de 50 personas.
Para evaluar la inmunidad de la población proponen hacer pruebas rápidas masivas serológicas por sangre capilar con un pinchazo en el dedo de la mano, cuyo resultado se obtiene en 15 minutos, y ofrecer un "certificado de inmunidad", en formato electrónico y también en papel, a aquellos que ya tengan anticuerpos por haber pasado la infección.
"Esta fase se podría llevar a cabo habilitando múltiples puntos para hacer la prueba constituidos por un equipo con una persona cualificada para obtener la muestra, realizar e interpretar el resultado", agregan los autores, que proponen que estos lugares sean farmacias, ambulatorios, consultorios médicos de empresas y universidades.
Finalmente, aconsejan aplicar "controles sistemáticos a los grupos poblacionales con mayor probabilidad de propagar el virus y a los grupos de riesgo" y hacer pruebas rápidas de antígeno o PCR a los que tengan síntomas.
También apuestan por aplicaciones de móvil para monitorizar casos y contactos y "recolectar datos de movilidad a través del GPS" y de contactos "a través de Bluetooth", de modo que el teléfono señale "el riesgo de infectividad de la persona y de sus contactos mediante un código de colores (verde, naranja, rojo)".