El tiempo en: Vejer

Habladurías

De lo poco a lo inmenso

Ante el exceso de materialidad que ofrece el mundo contemporáneo, Manuel Maqueda reivindica la sencillez del pan, el trazo, el gato Fellini y el bar Trafalgar

Publicado: 04/05/2021 ·
11:34
· Actualizado: 04/05/2021 · 11:34
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Autor

Cristóbal Domínguez Durán

Dedica la mayor parte del tiempo a la lectura, la escritura y la docencia. En ese orden. Luego hace otras cosas

Habladurías

Hablaremos aquí de temas variopintos. Nuestro viaje no tiene un rumbo claro

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Hace ya unas semanas leí un verso del poeta Basilio Sánchez que se me quedó clavado en la cabeza. Sucede esto a veces: unas cuantas palabras simples reúnen una ley de vida. Este verso del que os hablo es: “Me dedico a lo poco”. Parece una simpleza, una nimiedad, pero en ese aceptar la salvación por lo mínimo encuentro mi vía favorita para la existencia. En cuanto al poema, suelen generarme simpatía los creadores que promulgan con su vida la idea de ese verso, siendo diariamente discretos y reservándose la megalomanía para cuando, a escondidas casi, dialogan frente al blanco con Rembrandt o Rilke.

Manuel Maqueda Merino vive en Vejer desde hace siete años y podría ser la encarnación de ese modelo de creador que describía antes. Este señor conocía la tierra antes de afincarse en nuestro pueblo, porque en su largo deambular por la geografía en lugares como Madrid, Toledo, Sevilla, Aranjuez o México, también había vivido largas temporadas en Cádiz, Barbate, Caños y La Barca. Nació en Madrid, pero algo encontrará en el sur para haber repetido tantas veces por esta zona.

Maqueda, que confiesa sentirse incómodo con todo aquello que tiene que ver con la violencia en su sentido más amplio, defiende una creatividad desde la libertad que le da la periferia cultural. No se lo plantea de otra forma. No está interesado en concursos ni propuestas que degeneran hacia cualquier tipo de competitividad y, desde esa sencillez y esa ética, ha hecho suya una estética en la que se presentan formas ancestrales, ecos que hacen resonar lo que nos conforma desde lo más hondo. Son múltiples las ocasiones en que el arte actual pierde su vocación ética hacia un diálogo únicamente consigo mismo, pero en Maqueda, tenazmente, ética y estética van de la mano.

No es casualidad que en sus últimos trabajos se haya preocupado varias veces por los relatos épicos antiguos, las tragedias y mitos griegos e incluso por el origen mítico de la comarca de La Janda. Resiste en él un interés por explicarse el mundo en el que vivimos desde las estructuras físicas y culturales más antiguas, una pulsión que se adivina en sus tonos y en sus formas, además de en la temática de sus series.

Singular es la mitología que refleja cada una de sus creaciones, donde tienen gran importancia las aves, el paisaje marino y, sobre todo, la figura femenina, que sirve de soporte simbólico para significar muchas de sus preocupaciones: el erotismo, la búsqueda del autoconocimiento a través de la pintura, la tristeza colectiva por la perdida relación de la humanidad con la naturaleza… Pese a que su obra ha pasado por varias etapas, estos temas lo han acompañado siempre.

Arte y poder es un binomio complicado, aunque muchos se empeñan en lo contrario. Ante el exceso de materialidad que nos ofrece el mundo contemporáneo, la sencillez del pan, el trazo, el gato Fellini y el bar Trafalgar. Frente a la habilidad del poder por eliminar lo individual y las inagotables ínfulas de numerosos creadores, famosos frustrados generación tras generación, el ejemplo de una vida que gira en torno al arte y se dedica a lo mínimo es un regalo más que reivindicable.

De lo poco a lo inmenso.

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