Las empresas amparadas por las Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) "Caballa y Melva de Andalucía" afronta este 2018 con "el miedo" de que "no haya caballa", principalmente, porque se están dando a este producto "otros usos que no son los de industria" y que "están provocando la esquilmación del caladero".
Así lo ha indicado en declaraciones a Efe el secretario general del Consejo Regulador de las IGP, Manuel Becerra, quien ha precisado que esta realidad viene "tras un 2017 en la que esa escasez ya se ha hecho patente y que se ha tenido que recurrir a la importación para dar respuesta a la demanda".
Becerra ha explicado que el principal problema es que la caballa "se está destinando al engorde de atunes y eso, al final, va a ser un problema serio, porque es el destino industrial el que genera mano de obra y no tanto en la propia fábrica, sino en los barcos".
Y es que, según ha explicado, "no es lo mismo coger el pescado y me da igual la talla porque lo mando para engorde, que una embarcación tenga que tener marineros que clasifiquen el pescado por que para fábrica no vale lo mismo según que tamaño y peso".
Además, ha añadido, "con este criterio se están esquilmando los caladeros, pues se está sacando pescado con la talla mínima, pero esa talla mínima no es la mínima reproductora y si sacas pescado antes que de que se inicie su proceso reproductor el caladero no se regenera".
Pese a todo esto, Becerra ha explicado que albergan esperanzas de que la situación no sea tan mala, fundamentalmente, por los movimientos de agua que ha provocado el temporal de lluvia y viento: "Eso viene muy bien, porque eso significa que se están moviendo las aguas y se mueven los nutrientes".