Es de agradecer la fiebre solidaria que ha emergido en la provincia en relación con la crisis de los refugiados sirios. Una vez más se demuestra que Jaén es tierra de acogida, ya sea con los inmigrantes que llegan cada año en la campaña de la aceituna o, como ocurre ahora, con los refugiados políticos que huyen de las guerras y del horror en sus países. En el imaginario colectivo de todos nosotros está todavía presente el éxodo que llevó a miles de españoles a dejar el país tras la Guerra Civil.
Pero sorprende que ese aluvión de solidaridad no se encuentre ordenado por ninguna institución pública, lo que hace que cada colectivo social, partido político u organismo estén asumiendo por su cuenta un trabajo para el que todavía se desconocen los detalles esenciales. Ayer mismo tuvimos ocasión de comprobar la descoordinación existente al respecto, con reuniones y actos en apoyo a los refugiados desde la Diputación, la Subdelegación del Gobierno y desde colectivos sociales y ONG que protagonizaron una concurrida concentración en la plaza de Santa María.
Es hora de que el Gobierno de la nación marque las pautas a seguir en este tema para que tanto caudal de solidaridad no se esfume por tantos actos y fotos, tan loables como poco efectivos.