Hace unos doscientos millones de años, a finales del Triásico y principios del Jurásico, Jaén estaba en el fondo del mar. El avance de la placa africana a lo largo de millones de años hizo que se convirtiera en zona de costa y que en sus aguas confluyeran lo que más tarde fueron el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. El acercamiento de la placa geológica africana y la placa ibérica, o lo es lo mismo, del continente africano y el europeo, dieron origen a la formación del cerro de Santa Catalina y su entorno, a excepción de Jabalcuz, que es anterior (Jurásico) y que emerge por el plegamiento alpino. En este periodo se forman los Alpes y otras cordilleras de la cuenca mediterránea, como el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas y todas las prebéticas y béticas. “Estamos al frente de una cordillera, la alpina, que empezó a formarse hace 14 millones de años y que continúa en formación” señaló el profesor del Departamento de Geología, Luis Miguel Nieto, que junto con su colega y también profesor de Geología, Mario Sánchez Gómez, mostraron una de las facetas más desconocidas por la sociedad del cerro de Santa Catalina, la geológica, sorprendiendo a buena parte de los inscritos en las Jornadas Jahencianas celebradas en el Hospital San Juan de Dios dentro del programa Jaén Genuino de VIVA JAÉN.
Luis Miguel Nieto comenzó su intervención mostrando que la unidad geológica de Jaén, en la que se integra el cerro es singular y se estudia a nivel internacional y señalando el tipo de roca y terreno que determinará el futuro de los asentamientos en esta zona. Al hilo de esa piedra caliza, su colega, Mario Sánchez Gómez, dibujó todo un discurso del agua y fue tan didáctico como reivindicativo, informando de que Jaén es un sitio único geológicamente hablando y que toda esta historia hay que ponerla en valor porque tiene una enorme riqueza patrimonial. “Esa historia hay que contarla”, arguyó. Sánchez Gómez explicó que el cerro es un karst, es decir, que está compuesto por un relieve kárstico, que se produce por la meteorización química de determinadas rocas, como la caliza, compuestas por minerales solubles en agua. Estas zonas son muy ricas en agua y acuíferos, algo que ha podido constatarse a lo largo de los siglos en la ciudad. “La Magdalena y su raudal es el desagüe natural de toda este agua”, afirmó el profesor Sánchez Gómez.
A los dos geólogos los precedió en la segunda jornada el arquitecto de Mensulae: arquitectura y Patrimonio, Sebastián Rueda, que habló sobre diferentes propuestas de consolidación y conservación de la muralla norte del cerro de Santa Catalina. Tras analizar la evolución de los ámbitos legales de la protección de este tipo de patrimonio, apremió a que se intervenga en la muralla norte recuperando las coronaciones, que es por donde se filtra el agua provocando su destrucción. Por último, el arquitecto técnico y educador ambiental, responsable de la empresa El Acebuche, con amplia experiencia en Educación, Formación y Turismo Ambiental, Pablo Moral Linares, explicó la importancia de la educación y desgranó algunas de las iniciativas que han llevado a cabo en el cerro como Parque Periurbano y las replantaciones de especies autóctonas que se han realizado.