Habitualmente,
cuando hablamos de adicciones, tendemos a interpretarlas como un vicio. Y sin embargo, no lo son; son una enfermedad. “Cuesta entenderlo, pero lo importante es que tienen solución”. Lo apostilla
Marcos Fuentes, director terapéutico del centro de tratamiento de adicciones Madicct. “
La gente piensa que quien cae en una adicción está perdido, pero tiene solución. Da igual el tipo de adicción. Lo mismo vale para una persona que no puede dejar de consumir cocaína, que para quien no puede dejar de consultar el teléfono”.
Fuentes relata que “
cuando a una familia le confirmas que esto es una enfermedad, es como si se le quitara una mochila, porque todo empieza a tener sentido una vez que les explicas los síntomas. Los síntomas de la adicción no los entiende nadie: no puedo parar de hacer algo que la gente normalmente sí que puede hacer, empieza a faltar el dinero en casa, y llegan la mentira, la manipulación…
hay un montón de cosas que no entendemos y lo damos por un vicio, que alguien es un perdido, pero cuando empezamos a entender que se trata de una enfermedad, encajan las piezas, porque hay mucha falta de aceptación de la enfermedad de la adicción”.
Hay que
distinguir, además, entre adicciones comportamentales y las de consumo de sustancias. El 80% de las que atiende Fuentes están relacionadas con las segundas: coca, porros, alcohol, benzodiazepinas… En este sentido, “dejar de consumir es rápido, una vez que empiezan el tratamiento, pero no volver a consumir tardamos mucho más, porque no es tanto la sustancia como el comportamiento”.
En el caso de las adicciones a los móviles, el tratamiento se enfoca “de otra manera, porque el teléfono está creando adicción, pero no es como la cocaína que yo pueda decirle a un paciente esto no lo tomes más y le voy a dar herramientas para que no lo haga más.
Con el móvil tengo que enseñar al paciente a utilizarlo”. De hecho, en Madicct tienen un teléfono gratuito para informar y aconsejar a quien crea que tiene un problema.
El papel de las familias
Hay que tener en cuenta que, en muchos casos,
la voz de alarma no llega hasta que “a la familia le toca el bolsillo”. Es en ese momento cuando deciden dar el paso para abordar la adicción de manos de profesionales.
En este sentido,
las familias desempeñan un papel fundamental en la recuperación del paciente. Como describe Fuentes, “el papel de las familias es uno de los más importantes, porque necesitamos a las familias de nuestro lado. Si jugamos en el mismo equipo, sacamos al paciente adelante. Porque el paciente busca la fisura para cargarse de razones y volver a salir a la calle. Si tenemos a la familia de nuestro lado y se le enseña a ofrecer amor duro, será más fácil, porque ya no es lo que quiere la familia, sino lo que no quiere que vuelva a pasar. Así, igual que hacemos terapia para los pacientes, la hacemos para las parejas y para los familiares, para asesorarles y decirles cómo lo tienen que hacer”.
Del mismo modo, “
para cada paciente hay que hacer un traje a medida, esto ya no vale el todo para todos. Es verdad que el tratamiento vale para todo el mundo, pero cada uno necesita las medidas distintas. Algunos tienen que hacer un ingreso, porque necesitan un desintoxicación, parar su vida porque se les va de las manos, pero también hay gente que no tiene ni que dejar de trabajar ni estudiar, incluso le vale sólo con visitas con el psicólogo, el psiquiatra o el terapeuta…” En su caso hacen una primera visita gratuita “y ahí valoramos al paciente, para conocer el punto de partida y hasta dónde llega el problema”.
Del mismo modo, argumenta que “hay una parte activa que tiene que poner el paciente. No hay ninguno que venga por voluntad, sino cuando se le ha arrinconado, y la solución está en que se sientan cómodos y que vean que evolucionan, que funciona y recuperan la confianza con su familia. Somos una pequeña familia, y cuando hablan en las terapias y empezamos a conocernos se sienten cómodos y eso hace que se arraiguen al tratamiento”.
“Lo que trabajamos son las emociones, los pensamientos, darle una vuelta a esa vida, pero el perfil ha cambiado. No hay un perfil de chico que vaya a acabar mal”, apunta Fuentes, quien sí advierte de una mayor dificultad entre las mujeres a la hora de abordar sus adicciones frente a los hombres.
Tratamiento de adicciones
Fuentes resalta que “la gente no sabe realmente lo que es un centro de tratamiento de adicciones, por eso nosotros lo llamamos escuela de vida. Centro suena a las granjas que se montaban antiguamente para atender a drogodependientes, y había un perfil concreto de un chico con adicciones.
El perfil ha cambiado, el tipo de consumo, el entorno. Ahora mismo es un director de una oficina, un padre de familia, un hijo que saca buenas notas..., el perfil del adicto ha cambiado muchísimo”. En el caso de Madict cuentan con un equipo multidisciplinar formado por psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, terapeutas... El centro dispone además del certificado de calidad ISO-9001.