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Serra: “Los agricultores andaluces hemos sufrido una brutal merma de renta en los últimos 20 años”

ASAJA-Andalucía ha reelegido hoy como presidente a Ricardo Serra para los próximos cuatro años

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  • Cristóbal Cantos, junto a Serra, antes de la celebración de la Asamblea de Asaja

Más de un millar de agricultores andaluces han participado hoy en Antequera en la Asamblea General de ASAJA-Andalucía, en la que se ha reelegido como presidente a Ricardo Serra Arias, que es también vicepresidente de ASAJA-Nacional y el representante de ASAJA en Bruselas en el Comité de Organizaciones Profesionales Agrarias (COPA). El equipo de Ricardo Serra al frente de ASAJA-Andalucía lo completan dos vicepresidentes, José Luís García Palacios y Francisco Vargas Viñolo, presidentes de ASAJA-Huelva y ASAJA-Almería, respectivamente, y el secretario general de ASAJA-Cádiz, Cristóbal Cantos Ruiz, que continuará cuatro años más como secretario general de ASAJA-Andalucía.

 

La preocupación por los bajos precios de los productos agrarios y por los daños provocados por las heladas y la sequía, así como la incertidumbre que genera en el sector la nueva reforma de la PAC han estado en el ánimo y en las conversaciones de todos los asistentes, y se trata de asuntos que el propio Ricardo Serra no ha obviado en su discurso tras la reelección.

 

El presidente de ASAJA-Andalucía ha puesto de manifiesto que “los agricultores andaluces han sufrido una importante merma de su renta, consecuencia en gran medida de la internacionalización de la agricultura, con la apertura de fronteras y la entrada indiscriminada de productos de terceros países, que no se ha visto suficientemente compensada ni por los precios de mercado, ni por las ayudas de la PAC”.

 

Así, tal y como ponía de manifiesto el propio Serra, “en 1991, cinco años después del ingreso de nuestro país en la UE, las principales producciones agrarias andaluzas alcanzaban unos precios en los mercados que generaban ingresos suficientes no sólo para garantizar la actividad de las explotaciones agrarias, sino incluso para permitir que el agricultor apostará por la inversión y la modernización, veinte años después el panorama es radicalmente distinto, la comercialización de las producciones difícilmente compensa los costes de producción, y la mayoría de las explotaciones que aún no han tirado la toalla se mantienen con el complemento de renta que les suponen las ayudas de la PAC, que se constituyen en la vía más segura y estable de ingresos de las explotaciones, puesto que en la actualidad el 40% de los ingresos de las explotaciones depende de las ayudas de la PAC”.

 

E presidente de ASAJA-Andalucía ofreció algunos ejemplos que ilustran esta afirmación. En 1991 un kilo de aceite de oliva virgen extra (v.e.) se vendía en origen a 1,80 euros, 21 años después el precio en origen del aceite e oliva v.e. está a 1,78 euros. Si al precio de 1991 le aplicamos el correspondiente incremento de la inflación, el aceite de oliva v.e. debía venderse en origen a un precio de 3,52 euros/kg. Análoga situación se produce con el porcino ibérico, cuyo precio por arroba estaba en 1991 a 15,62 euros, debería estar en 2012 a 30,54 euros/@ (aplicándole el incremento correspondiente a la inflación de estos 21 años) y sin embargo se ha vendido a un precio que oscilaba en el mejor de los casos entre los 18 y los 22 euros/@. 

 

Por el contrario, los precios de los insumos no han dejado de subir en este periodo, y en algunos casos, como en el del gasóleo la subida ha sido mucho mayor de la que le hubiera correspondido aplicando la regla del incremento de la inflación de estos 21 años, así el gasóleo agrícola costaba 0,30 euros/litro en 1991 y cuesta hoy 1,02 euros/litros. 

 

Con estos datos, Ricardo Serra, quiso poner de manifiesto que ni siquiera la suma de las ayudas y los precios de venta de las producciones compensan la pérdida de renta de los agricultores.

 

Por tanto, y dado que agricultores y dirigentes políticos coinciden en señalar a los bajos precios como el principal problema de nuestra agricultura, el presidente de ASAJA-Andalucía instó al ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, a poner en marcha cuanto antes la prometida Ley de la Cadena Alimentaria, un marco legal que equilibre las fuerzas e impida el abuso de posición dominante de la gran distribución que está obligando a los agricultores a vender a pérdidas.

 

También se refirió Serra a la nueva propuesta de reforma de la PAC, a la que calificó de “imprudente, inoportuna e innecesaria”, y exhortó al ministro de Agricultura y al nuevo consejero andaluz de Agricultura, Luis Planas, a trabajar conjuntamente con todo el sector para lograr modificar un documento que de partida resulta disparatado, pues con su teoría del “enverdecimiento” toma un rumbo totalmente contrario al que marcan los grandes productores agrarios mundiales y la propia FAO, que advierten de la imperiosa necesidad de incrementar la producción en toda la superficie agraria disponible ante el incremento de población y de nivel de vida, especialmente en los países del sudeste asiático.

 

La nueva PAC no puede introducir más incertidumbre en un sistema ya de por si convulso, por lo que ASAJA-Andalucía y ASAJA Nacional han enviado al Ministerio de Agricultura, a la Comisión y al Parlamento Europeo una serie de enmiendas a la propuesta que van en la línea de evitar que se produzcan transferencias de renta entre regiones y entre agricultores, profundizar en una verdadera simplificación de la PAC, evitar que el enverdecimiento suponga mayores encarecimientos de la producción y pérdida de competitividad.

 

Ricardo Serra, que es presidente de ASAJA-Andalucía desde 1992, ha reiterado también otros de los retos que se plantea la organización a nivel regional para los próximos cuatro años, y pese a las dificultades de todo índole a las que nos enfrentamos ha querido cerrar su intervención dando una nota de optimismo y señalado que la agricultura va a ser más necesaria que nunca en nuestra región, puesto que pese a la crisis y al hundimiento de los precios en origen, se mantiene como fuente de creación de riqueza y empleo y como el principal dinamizador de la economía, especialmente en el entorno rural.

 

 

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