El ingeniero técnico industrial de Jerecom -responsable de compras y gestión de las subcontratas de los proyectos que ejecutaba la empresa- admitió ayer que el resultado final de la obra de reforma que se ejecutó en la casa de la Hermandad del Rocío en Almonte “no tiene nada que ver” con lo que inicialmente “se había previsto”, recordando que “de una semana a otra” se planteaban cosas nuevas “sobre la marcha” y sin necesidad siquiera de recibir una autorización telefónica de la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU).
Las órdenes las daba presuntamente su propio jefe, José Grimaldi, si bien las actuaciones se iban concretando “entre todos” en las visitas periódicas que cursaban a la casa de Almonte tanto el arquitecto municipal Manuel Muñoz Alcántara como el hermano mayor de la filial jerezana, Francisco Gómez.
El técnico de Jerecom confirmó que la ejecución de este proyecto “no siguió el procedimiento normal”, de modo que ni siquiera sabía “quién tenía que aprobar las certificaciones” de obras, algo de lo que “se encargaba Grimaldi”, si bien desconoce si finalmente llegó a cobrar.
Este testigo sí admitió que la propia Jerecom dejó pendiente de pago los servicios subcontratados a pequeñas empresas, alguna de ellas radicada en Almonte. Esta circunstancia no impidió sin embargo que con posterioridad el propio Grimaldi le advirtiese de su intención de “tirar de la manta” en el supuesto de que no le abonaran el coste de unas obras que a su vez subcontrató y que en ocasiones dejó pendiente de pago, una práctica que denunciaron en su momento los proveedores de Jerecom.
Por su parte, el encargado de la obra recordó por su parte que en el último mes se trabajó a diario, incluidos fines de semana, e incluso en horario nocturno, “porque corría bulla” dada la proximidad de la romería del Rocío. Al igual que el ingeniero confirmó que se hizo “una obra mayor” a lo inicialmente previsto.
Baile de números
Según las diferentes versiones ofrecidas por encausados y testigos, todo apunta a que las obras no llegaron nunca a pagarse. Donde no parece aclararse nadie es en la valoración económica de los trabajos que se ejecutaron en el edificio
El perito judicial valoró las obras ejecutadas en alrededor de 100.000 euros, mientras desde la empresa se elevó esa cantidad hasta 470.000 euros. El ingeniero de Jerecom admitió que para hacer una valoración más realista de los trabajos “habría que sentarse y verlo”, a pesar de lo cual dio a entender que cuestiones como que se trabajara los fines de semana e incluso por las noches podrían justificar esa diferencia.
La ejecución del proyecto “no siguió el procedimiento normal”
El arquitecto municipal Manuel Muñoz Alcántara acudió a visitar las obras en varias ocasiones en compañía del arquitecto técnico de la GMU, que ayer declaró como testigo. Este último abundó ante el tribunal en el hecho de que en este caso en concreto “no se siguió el procedimiento normal”, de ahí que no asumiera la dirección facultativa del proyecto, limitándose a asesorar técnicamente a la propiedad del edificio. Si bien aseguró desconocer quién tenía que pagar las obras, su “apreciación” personal es que “aquello lo iba a pagar la GMU”, presumiendo igualmente que debía existir algún acuerdo entre Jerecom y la Hermandad del Rocío.
Incluso, dijo que esta corporación era quien indicaba las obras que había que hacer en su casa, algo para lo que “lógicamente” entendía que debía de existir algún acuerdo previo con el Ayuntamiento.
Por otra parte, el subdirector de Actuación Urbanística de la GMU recordó que Muñoz Alcántara había elaborado un proyecto de obra mayor para reformar la casa del Rocío, que no llegó a ejecutarse, algo por otra parte relativamente habitual. “En algunos casos hemos hecho proyectos que no se han ejecutado y han pasado a una librería de proyectos, porque el hecho de que se hiciera un proyecto no implica que después se ejecutara”, explicó. Lo que está claro es que sea como fuere Muñoz Alcántara no realizó ese proyecto “por voluntad propia”.
También puntualizó que aunque en la mayor parte de este tipo de documentos se haga constar la expresión “por encargo del gerente o del delegado”, ello no responde más que a un mero formulismo que se utiliza en la administración, y no al hecho en sí de que la iniciativa recaiga sobre las espaldas de esas personas.
Por último, la práctica totalidad de los testigos que pasaron ayer por la sección octava de la Audiencia Provincial coincidieron en desconocer la existencia de una posible trama de facturas falsas o duplicadas para abonar las obras de la casa del Rocío con cargo a proyectos pendientes de ejecutar en barriadas.