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Reflexiones desde mi talla

Una talla 48 es tan real como una talla 36 y nadie debe juzgarnos por eso

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Estás gorda. O gordo. Sí, mírate en el espejo. Ese que ves ahí eres tú, pero en versión gorda. ¿Y? ¿Es que acaso es algo malo? ¿Te has parado a pensar por qué debería afectarnos que alguien nos llame así? Sólo es una cualidad. Al igual que nadie se ofende por decir eres alto, eres bajo o pelirrojo. Simplemente es un rasgo característico más. Quizás ahí reside el problema. Que no está normalizado. No se acepta o no se quiere aceptar que la mayoría de la población está lejos de tener el canon de belleza tan impuesto y demandado por el mundo publicitario.La talla 44 abunda más que la talla 32. ¿La convierte eso en una talla más real? No. Son todas igual de reales, son todas igual de importantes. Son sólo números, caracteres que representan a personas. ¿Vamos a dejar que dos dígitos nos definan, que nos digan si debemos estar a gusto con nuestro cuerpo o no? Hagamos apología de la diversidad. Abramos los ojos de una vez y miremos a nuestro entorno.

Cada cuerpo, cada mujer, cada hombre... cada uno tiene un constitución diferente, especial y única que no se puede encasillar en una sola talla de pantalón. Nuestra autopercepción, la imagen que nos vamos creando sobre nuestro cuerpo tiende a estar directamente relacionada con si podemos enfundarnos o no un par de pitillos y una camiseta talla S, sin darnos cuenta deque estamos tomando por dogmas los preceptos de alguien al que sólo le interesa ganar dinero y hacer negocio en base a nuestras inseguridades, alguien que no se ha tomado la molestia de observar la realidad que nos rodea.

Y eso es algo muy serio, porque están jugando con los sentimientos de muchas personas que pasan a sentirse desplazadas, incomprendidas e incluso marginadas. No podemos permitir que adolescentes que se hayan en plena cruzada de autoexploración se crean fuera del sistema, que asuman que una talla 48, que no se fabrica en multitud de cadenas españolas, no es una talla real. Le estamos diciendo a miles de personas que no son reales, que sus cuerpos no son de verdad. Me da la sensación de que han perdido u olvidado cuál era el sentido de  ésto en un principio. Ellos nos vestían a nosotros, no nosotros nos vestíamos subordinados a ellos. No podemos dejar que tu autoestima vaya en función de si usas una 34, una 36 o una 38. Sólo es un método de clasificación de ropa, podría haber sido por colores o por símbolos.

¿A qué viene darle tanta importancia? ¿Es que acaso eres mejor persona si tienes una talla inferior que la de tus amigos? ¿Te conviertes automáticamente en alguien de éxito? Si la respuesta es no, ¿por qué dejamos que ésto condicione nuestra vida? ¿Por qué le damos tanta importancia, por qué nos consume hasta el punto de destruirnos por completo? Digamos basta, alejémosnos de la hegemonía de cuerpos irreales que no definen lo que somos ni lo que queremos ser. 

* Paula Aranda es bloguera en la web
weloversize.com

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