Angustiados, convencidos de que la cadena de contagios va a ir a más “porque vamos a caer todos” e indignados con la gestión de la dirección de la residencia de ancianos de La Marquesa del Grupo Vitalia Home de la crisis sanitaria del coronavirus. Así se siente el personal de este geriátrico, donde el coronavirus se cobró el pasado fin de semana la vida de un residente de 67 años, con patologías previas, mientras de manera oficial hay confirmados otros cuatro casos y el de dos trabajadores.
Tienen miedo a represalias, por eso prefieren no identificarse, pero tienen claro que el “desmadre” ha llegado a tales niveles que no descartan que el equipo directivo del centro “acabe entregando las llaves a las autoridades”. “Están desbordados, la coordinadora está llorando y están obligando a ir a trabajar a personas con fiebre y síntomas que tienen la prueba hecha y están en cuarentena por su médico de cabecera- aún no tienen los resultados- y a echar más horas de su contrato sin firmar nada", denuncian a este medio personal de la residencia, que aseguran que el ambiente “está muy mal, la gente está muy quemada y hay mucho miedo a hablar”.
Hace varios días personal de la Infantería de Marina acudió a desinfectar las dependencias, al igual que una semana antes lo hacían efectivos de la UME (Unidad Militar de Emergencias), una labor que suma pero que entienden que a estas alturas no va a evitar que “todo vaya a explotar” y en unos días “vayan a salir muchos afectados”, tanto de personal como de residentes por culpa de una dirección “inexperta” que está “obligando” a personas con contratos de dos horas y media a trabajar 8 y 12 “sin haber firmado nada” y "quitando día de descansos" y con una coordinadora que actúa “en plan amenazante”. Una situación de la que señalan que ya han avisado a los representantes sindicales para que tomen las consiguientes medidas.
Otra trabajadora que también se ha puesto en contacto con este medio denuncia la “humillación” que el pasado viernes sintieron un grupo de entre 15 a 20 empleados con síntomas al que se les citó para que acudieran al centro a hacerse la prueba después de que la residencia anunciara que haría test a todo el personal, además de a los abuelos. Según relata, aunque inicialmente desde la residencia les indicaron que irían a su casa a realizarles los test, finalmente les emplazaron a que acudieran al geriátrico. Lo que no se imaginaban era las circunstancias en las que les iban a realizar estas pruebas pues, según relata, “se nos obligó a ir para que nos hiciéramos la prueba en la calle, en un carril de tierra colindante con la gasolinera. Nos citaron a las cinco de la tarde y nos hicieron la prueba a las ocho”, detalla.
Según su testimonio, durante esas tres horas intentaron en vano que les dejaran pasar al patio, pero además de negarles la entrada lo hicieron de malas formas. “Nos trataron como perros, cuando intentamos entrar nos dijeron que qué hacíamos allí, que nos fuéramos fuera, pero al día siguiente sí obligaron a ir a trabajar a posibles afectados por falta de personal. Nos tuvieron tres horas en ese carril, sentados en la calle, a gente que iba con 38 y 39 de fiebre, y la prueba nos la hizo un enfermero de la residencia, cuando la debe hacer un médico o alguien cualificado”. También denuncia la falta de batas quirúrgicas para que el personal atienda a residentes aislados y de geles desinfectantes, además de toallas y sábanas, aunque afirman que el déficit de esto último viene de lejos. Y es que les consta la preocupación de las familia de los abuelos, con la que intentan hablar lo menos posible. "No les quiero ni coger el teléfono. Si fueran mi padre y mi madre ya estaba yo ahí sacándolos", señala.
Hasta los resultados de las pruebas realizadas, el protocolo que ha aplicado en la residencia, según fuentes de la Junta de Andalucía, con la que el centro tiene plazas concertadas, es el de tratar a los abuelos, independientemente de que presenten síntomas o no, “igual” que los casos positivos, es decir, aislándolos y dándoles el tratamiento, dado que no tiene efectos secundarios, para evitar una cadena de contagios. En la actualidad esta residencia tiene más de 200 residentes y casi un centenar de empleados.