El fraude en la Universidad

Publicado: 05/02/2015
La impostura y el argumento de autoridad se encuentra muy extendida y alcanza a todos los campos de la actividad humana, incluido aquel al que consideramos el ejemplo de la racionalidad y la objetividad: la ciencia y, por ser su lugar natural, la universidad.
En mi libro “El abuso de influencia” (Editorial Almuzara) describo la improcedente persuasión que un individuo puede llevar a cabo hacia otro, en virtud de la relación establecida entre ellos, basada en la confianza y credibilidad, que provoca que éste tome decisiones en beneficio de aquél.

En una sociedad envejecida, en donde según el Censo de Población y Viviendas del Instituto Nacional de Estadística actual destacan casi dos millones formados por una sola persona sola de más de 65 años, esto comienza a ser un problema al que debemos prestar cada vez más atención.
En la vida diaria nos encontramos el ejemplo del anciano a cuya casa llega un extraño que, haciéndose pasar por instalador de gas, cobra por un servicio que aquél no ha pedido una suma habitualmente excesiva y siempre injustificada.


En las finanzas ejemplos como los recientes fraudes en las cuentas de Gowex o Pescanova describen esta misma práctica, salpicando a las más altas instituciones. En el caso de la empresa de WIFI gratuito la estafa alcanzó al propio Gobierno de España que, a través del Instituto de Comercio Exterior (ICEX), concedió a la empresa el premio Start-ex en la celebración del "Foro Global España 2014", galardón que se ha visto obligado a retirar tras el descubrimiento.


La ingeniería financiera, en manos de personas que controlan las estrategias de la manipulación y el engaño con habilidad y desparpajo, es otro de los escenarios de abuso de influencia que se ha comenzado a hacer habitual y, como acabamos de ver, de esto no se libran ni estados ni los mayores especialistas en imagen, publicidad y ventas.


La salida a la palestra de figuras políticas cuyo currículum apenas alcanza otros escenarios que sus clases universitarias, sobre las que basan sus respetabilidad y la supuesta autoridad de sus argumentos, no nos debe hacer olvidar que la impostura y el argumento de autoridad - falacia consiste en defender algo como verdadero porque quien es citado en el argumento se considera una autoridad en la materia- se encuentra muy extendida y alcanza a todos los campos de la actividad humana, incluido aquel al que consideramos el ejemplo de la racionalidad y la objetividad: la ciencia y, por ser su lugar natural, la universidad.


En 1996 Alan D. Sokal, profesor de Física y Matemáticas en Nueva York y Londres, con intención de demostrar que las ciencias sociales en muchas ocasiones no se apoyan en razonamientos claros ni comprobados, remitió un artículo  de título rimbombante -Transgredir los límites: Hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica- y contenido confuso, sin sentido y lleno de palabrería inconexa, que fue aceptado y publicado por la revista Social Text y recibió varias críticas positivas de otros colegas.


Veinticinco años antes, el experimento de Naftulin, Ware y Frank A. Donnelly que valoró lo que actualmente conocemos como Efecto Doctor Fox, ya había puesto de manifiesto el poder de la impostura, incluso frente a un auditorio considerado autoridad en la materia tratada.


Los citados investigadores utilizaron a un actor profesional con apariencia distinguida y expresión de autoridad, al que entrenaron para dar una conferencia en una Facultad de Medicina de California sobre la aplicación de las matemáticas a la conducta humana. Su auditorio estaría compuesto por profesionales muy cualificados relacionados con la materia.


El entrenamiento incluyó tanto la exposición, como la superación de un turno de preguntas y respuestas para las que el actor usaría neologismos, incongruencias, declaraciones contradictorias y con doble sentido, junto con el humor y referencias a otros temas sin ninguna relación con el de la disertación. Los asistentes no sólo dieron una alta puntuación a su seductora exposición, sino que además la calificaron de brillante y muy interesante en sus postulados principales.


En una época donde la lectura y el análisis es superficial y no se concede un mínimo de tiempo al contraste, la impostura parece haber encontrado su entorno natural en todas las áreas de la vida. Algo que no debemos olvidar nunca.

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