El ciclo de 25 años de vida del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo se inició como se cierra ahora: en medio de una severa crisis económica. Si la crisis de los años 90 se precipitó con la primera Guerra del Golfo y el estallido de la burbuja inmobiliaria en Japón, la más reciente -aquella en la que aún estamos inmersos- tiene también una base financiera e inmobiliaria que ha provocado profundas desigualdades sociales que están motivando transformaciones políticas. Las exposiciones que el CAAC ha organizado para recordar su 25 Aniversario son conscientes de este momento histórico que vivimos.
La primera de ellas, No ver, no oír y callar, busca estudiar cuestiones estéticas, culturales, identitarias, sexuales y sociales para mostrar el arte de las dos últimas décadas, partiendo del lugar donde nos encontramos, pero dentro de un contexto internacional, mediante una selección de la colección que en estos 25 años hemos ido reuniendo.
El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo tiene su sede en un complejo edificio que no sólo es un conjunto monumental, sino que forma parte de la Historia y está cargado de historias. El presente, el arte actual, producido en las últimas décadas, se muestra en un recinto del pasado. Fruto de ese largo pasado, que ha visto cómo se modificaban sus funciones con los siglos, ha sido su evolución: ermita franciscana, monasterio cartujo desde 1399, cuartel militar, fábrica de cerámica, pabellón real durante la Exposición Universal de Sevilla y, definitivamente, centro de arte contemporáneo.
Aunque la Desamortización llevó a que sus principales obras de arte salieran de los muros de la Cartuja, algunas de ellas permanecieron, se recuperaron o volvieron con el tiempo. Así, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo no sólo es el encargado de conservar y mantener este amplio conjunto monumental, de organizar exposiciones, conciertos y una gran diversidad de actividades relacionadas con la cultura actual, sino que también posee dos colecciones: la denominada “Colección patrimonial”, compuesta principalmente por restos arqueológicos, cerámicas, obras en cristal, esculturas y algunas pinturas; y también la colección de arte contemporáneo, con más de 3.000 obras de diversos formatos.
Coincidiendo con el 25 Aniversario de la creación del CAAC, se organizará una exposición monográfica del trabajo del arquitecto que recuperó la parte principal de su sede, José Ramón Sierra, que es también artista plástico y diseñador. La muestra, que tiene carácter de retrospectiva, es la primera de esta magnitud que se realiza sobre su trabajo, entendido éste de manera conjunta, por lo que en la exposición las tres disciplinas estarán en diálogo, complementándose unas a otras. En el Claustrón Sur, el espacio que mejor guarda la esencia de la intervención de José Ramón Sierra, se alternará diseño de mobiliario con pintura y escultura, siguiendo la exposición que en 1980 organizó el MoMA titulada Art of the Twenties. Al mismo tiempo, el display en el que se mostrará una selección de sus obras arquitectónicas estará compuesto por diseños propios para la Cartuja de Sevilla.
El gran silencio servirá, por último, como título a un intenso proyecto expositivo que cerrará el 25 Aniversario y que reunirá en las principales salas del CAAC un importante conjunto de obras de artistas internacionales. Si la película homónima de Philip Gröning recogía la vida diaria en la Grande Chartreuse, fundada en 1084 por San Bruno al norte de Grenoble, cerca de los Alpes franceses, la exposición se basará en algunos de los aspectos fundamentales que se asocian a la vida cartuja, como son la separación del mundo, el aislamiento y la reclusión, por un lado, junto a la soledad, el silencio y la contemplación por otro.
De estas cuestiones se ha partido para una selección de trabajos que intenta actualizar estos términos mediante una exposición que tendrá un núcleo duro, un corazón que bombeará al resto de los espacios expositivos y que no será otro que una selección de obras de arte de las que estuvieron en la Cartuja de Sevilla durante su etapa monástica y que, posteriormente, tras la Desamortización, se dispersarían por diferentes museos sevillanos, españoles y extranjeros.
Desde esas miradas hacia el pasado y conscientes de su propia historia, el CAAC se plantea su presente y su futuro con la intención de ser un lugar de encuentro para el arte contemporáneo en el Sur de Europa.