Otras Atarazanas

Publicado: 21/04/2016
La restauración de las Atarazanas de Valencia se concluyó en 1982, siendo inauguradas diez años más tarde por los Reyes de España como sala de exposiciones en 1992. Todo un ejemplo de perseverancia en la conservación y rescate de un monumento. Y también de amor a la patria chica.
El día de Andalucía un sevillano se fue a Valencia. Y allí encontró otras Atarazanas: las Atarazanas del Grao o del puerto de Valencia. El edificio es grandioso en su conjunto aunque sin la monumentalidad del arsenal de Sevilla. Su planta dibuja un rectángulo de cinco naves paralelas (10x48 m.) divididas por pilares rectangulares de ladrillo que segmentan el espacio en ocho tramos en sentido longitudinal aun cuando los pilares -al contrario que en Sevilla- se disponen horizontalmente. Los pilares de la primera nave sirven de contrafuertes interiores del muro meridional mientras que el muro septentrional se apoya en contrafuertes exteriores que se corresponden con los ocho tramos mencionados.

Sobre los pilares rectangulares antedichos se alzan amplios arcos apuntados y diafragmas  de diez metros. Los mencionados arcos diafragmas organizan la estructura de cubierta constituida por techumbre de madera a dos aguas cubierta por teja árabe, de tal modo que su espacio interno recuerda inmediatamente  la estratificación espacial de la arquitectura religiosa levantina, cuyo  único ejemplo en nuestra provincia lo representa los primeros tramos, esto es, la parte más antigua de la iglesia parroquial de Cazalla de la Sierra.  


Su historia es muy diferente a la de las Reales Atarazanas de Sevilla. Se construyeron para la fabricación de galeras por acuerdo del concejo de la ciudad en 1338. Más tarde, fueron ampliadas en 1394 y reparadas en 1407, de tal manera que a comienzos del siglo XV ya presentaban el aspecto que tienen en la actualidad para acabar convirtiéndose, finalmente, durante el siglo XVI, -cuando disminuyó la construcción naval- en almacén de trigo y de armas. Al ser expulsados los moriscos en el reinado de Felipe III, ya habían perdido su función naval, quedando transformadas en granero, no obstante, se mantuvo y conservó el edificio a lo largo del siglo XVII.


En el siglo XIX, por deudas del municipio el edificio pasó a la Hacienda Pública y, con posterioridad, a la propiedad privada, llegando a albergar sus naves con las correspondientes separaciones, un garaje de automóviles, un cine, un almacén de chatarra e incluso una vivienda. Sin embargo, en 1949, se consigue  la declaración de las Atarazanas del Grao como Monumento Histórico (B.O.E., 21-XI-1949).


Veinte años después se emprenden gestiones para su expropiación que se alcanza en 1979 gracias a un acuerdo entre el Ayuntamiento de Valencia y el Ministerio de Cultura para su financiación. Por fin, se concluye su restauración en 1982, siendo inauguradas diez años más tarde por los Reyes de España como sala de exposiciones en 1992. Todo un ejemplo de perseverancia en la conservación y rescate de un monumento. Y también de amor a la patria chica. Ciertamente, el reino de Sevilla no es el reino de Valencia.

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