Sevilla... con la música en solfa

Publicado: 09/06/2016
En una sola semana desaparecen el festival Territorios y el Joaquín Turina y la ROSS se manifiesta con un concierto en la calle.
No hay mejor término para describir la situación de la música en Sevilla, como del resto de las artes. Dada la curiosidad de nos ofrece la RAE, que define a la locución “poner algo en solfa” como algo que hay que hacerlo con arte, regla y acierto; y al mismo tiempo sea el locativo correcto y coloquial que mejor describe cuando algo es presentado bajo un aspecto ridículo.


En una sola semana el Festival más emblemático de Sevilla, Territorios, muere a los dieciocho años con la enfermedad de ser apoyado en sólo un 15% de su presupuesto por fondos públicos. Desaparece el Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina, y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla se manifiesta en plena Plaza Nueva en la forma más bella que puede recordarse, haciendo pública su agonía financiera.


¿Qué nos ofrece el estamento político? Pelea. Pelea y bronca por los daños del auditorio del Higuerón Sur. Un auditorio que fue recepcionado por el Ayuntamiento hace poco más de un año, el 6 de febrero de 2015, y que ya presenta un estado lamentable por destrozo, abandono y deterioro. Sin duda, la realidad ofreciendo una precisa imagen alegórica del estado de la política cultural para las artes y la música en Sevilla.


Si criticable puede ser el actual alcalde por el estado del auditorio del Higuerón, igualmente el exalcalde que critica por no haber puesto en marcha un plan de gestión de la infraestructura, como los grupos de la oposición por estar pendientes de propuestas incalificables como acuñar una moneda propia para Sevilla, en lugar de hacer propuestas que conduzcan a fortalecer la pujanza cultural y musical de Sevilla que nos saque del monocultivo de la hostelería, al tiempo que bebe de ella y el turismo. Si existiera el más mínimo atisbo de confianza en los profesionales de la industria cultural sevillana, que llevan años tratando de hacer algo con la nada, el Higuerón no estaría como está.


Sevilla tiene un magnífico índice de producción de bandas de rock, electrónica, pop, flamenco, hip hop, y cuantas tendencias se quiera buscar, en cantidad y calidad contrastada desde los años 60, y continúa siendo el tradicional epicentro cultural sistemáticamente olvidado los poderes públicos. Y ésta década no iba a ser una excepción.


Hecho que es clara consecuencia de que al stablishment sevillano le importa muy poco, por hablar del presente,  que Pájaro esté barriendo en todo el país con una apuesta absolutamente personal almizclando swing, blues y western con una orquestación a caballo entre el rock y las cornetas de banda de música; o que Chencho Fernández haya firmado un enorme disco que pasea por las mejores plazas del país, o que Lenny Kravitz haya puesto el punto de mira en Los Labios que giran al otro lado del Atlántico por segunda vez. Tampoco que la ROSS firmara el pasado diciembre un impagable Romeo y Julieta para el Aalto Ballet de Essen (Alemania), o que el Joaquín Turina o Territorios sean seña de identidad y una tradición a preservar, porque tienen presente y futuro.

Tampoco les importa que el espacio de éste artículo sea ridículo para contener la pujanza de iniciativas en el sector cultural en general, como el microteatro, y la música en particular. 
A fin de cuentas el stablishment lo que quiere es seguir convirtiendo Sevilla en un gran bar hortera y a ser posible de franquicia. Por supuesto, sin licencia. Y con la promesa de cierre para todo aquel que se atreva a poner en marcha una iniciativa cultural seria. Sólo sirven espontáneos y aficionados para garantizar la continuidad. Porque Sevilla tiene la música puesta en solfa. Elaborada con enorme calidad artística, y presentada bajo un aspecto ridículo en el bar hortera de franquicia que nos siguen ofreciendo para exponerla. Así no hay manera.

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