La Tesis de Nancy

Publicado: 14/07/2016
¿Cómo se puede entender que los que en su juventud protestaron contra la destrucción del Patrimonio llamen reaccionarios a los que siguen sus postulados?
La Tesis de Nancy es una simpatiquísima novela de Ramón J. Sénder que nos cuenta las dificultades que sufre una estudiante norteamericana en nuestra ciudad para entender nuestras costumbres y el barroquismo de nuestras expresiones populares.


He tenido el honor de dictar una conferencia a un grupo de jóvenes en su mayoría -y algún no tan joven arquitecto europeo y norteamericano- que participaron en un curso en la Real Academia de Buenas Letras. El objeto del curso ha sido, nada más y nada menos, que hacer un proyecto de edificaciones y espacios públicos en lo que eran los terrenos de la Cruz del Campo teniendo en cuenta la cultura sevillana, el clima, la vegetación y el sentido espacial de la ciudad. Un proyecto, por tanto, que nos retrotrae a un siglo atrás, cuando la arquitectura y el urbanismo regionalista se planteaban trasladar el alma de Sevilla a la arquitectura.


Un loable proyecto, muy lejos de lo que hoy se hace y se estudia en esa Escuela de Arquitectura de Sevilla para la que, reconozco, llevo años sin éxito pidiendo un cierre temporal y un replanteamiento de sus enseñanzas.


Cada cierto tiempo paraba mi discurso para que un profesor tradujera al inglés el contenido del mismo. Y  mientras éste ejercía su labor, se me vino a la memoria mi lectura juvenil de la Tesis de Nancy.


¿Por qué, de qué manera podía hacer entender a esos jóvenes arquitectos que unos sesudos colegas, archipremiados o archicreídos aplican soluciones urbanísticas y arquitectónicas centroeuropeas al clima de Sevilla?


¿Cómo se puede entender que los que en su juventud protestaron contra la destrucción del Patrimonio sevillano, por la especulación y la globalización arquitectónica, ahora no sólo especulen sino que en su Escuela llamen reaccionarios a los que siguen sus antiguos postulados teóricos, cuando en sus bolsillos había revolución, como hoy hay dinero?


¿Cómo explicar que el Regionalismo, tan vituperado y despreciado por ellos, llevó a miles y miles de sevillanos al entierro de Aníbal González y que el edificio de la Adriática o el del antiguo Coliseo son más fotografiados que el Archivo de Indias?


¿Cómo hablarles de que los grandes defensores de las esencias sevillanas vendieron sus casas para hacer seguidismo de la nobleza madrileña, pasando a vivir en un piso de la Avenida República Argentina o que se hacen leyes para defender el Patrimonio y se excepcionan para incumplirlas?
¿Cómo explicarle el amor por sus poltronas de los miembros de la nefasta Comisión de Patrimonio o que en ella estén los promotores y constructoras y no las asociaciones que lo defienden?
¿Cómo decirles que no estamos en contra de una buena arquitectura actual, adaptada a nuestro medio y sostenible, pero no dentro del Conjunto Histórico, y que si nos dan a elegir entre la Giralda mora y cristiana, preferimos, como Alfonso X el Sabio, haber conservado la mezquita y construir en otro lado la Catedral Cristiana?


¿Cómo entender que en esta ciudad tres premios de arquitectura o restauración, dos premios nacionales de literatura, varios presidentes y miembros de Academias se reúnan y el Ayuntamiento y la Junta desprecien sus opiniones?


Tan difícil, tan imposible como era para Nancy entender a su novio.

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