En mi modesta opinión, en la situación actual del PSOE hay un momento coyuntural -éste que estamos viviendo- y otro de fondo que viene de muy atrás; vamos, del 28 Congreso extraordinario (1978), en el que el ínclito y sabelotodo Felipe González dio un golpe de estado interno e inició la marcha derechista del partido. Lo siguiente ha sido seguir los pasos de “tan importante señor”.
Hasta Zapatero, que en su primera legislatura intentó un cambio en ese camino y, claro, en su segundo mandato fue obligado -no sé por quién- a retomar el que venía siendo el habitual. Para qué hablar de los beneficios personales que muchos de esos protagonistas de la implantación práctica de la política oficial del partido, siempre vigilada por el citado Felipe-Dios en la Tierra, han recibido (puertas giratorias sobre todo).
A nivel autonómico se ha reproducido el proceso, calcándolo prácticamente. Véase el recorrido institucional y político de otro esperpento de la escena española. Para mi consternación como extremeño, paisano mío, que después de años y años gobernando Extremadura la ha dejado en el puesto en el que se la encontró, es decir, la última en renta “per cápita” de España y en los últimos puestos de Europa a pesar de los subsidios recibidos de esta última. ¡Y todavía sigue pontificando!
Con todo, lo importante, según mi modesta opinión, es que el PSOE, dirigido por el susodicho Felipe, ha ido declinando hacia posiciones de derecha y alejándose de la izquierda que ha dejado tantos militantes en la cuneta y, al día de hoy, ya no sabe si es de un lado o de otro, con lo cual los votantes de izquierda se buscan otras referencias -hoy, Podemos-, y los de derechas menos radicales encuentran en Ciudadanos una alternativa diferente al PSOE, con lo cual éste pierde votos por un lado y por el otro.
Y ahora, cuando un ya ex secretario general -votado por la militancia- ha intentado centrarse en una posición claramente diferenciada de la derecha se ha encontrado con la oposición interna de los “barones” que gobiernan en varias comunidades autónomas, jaleados por el que inició el proceso de derechización. Curiosamente, varios de esos destacados dirigentes tienen abandonadas a sus comunidades y las tienen sumidas en el desconcierto por su ineficacia de gobierno. ¿Por qué no se dedicaron a gobernar sus territorios en vez de impedir que el ya ex secretario general ejerciera sus funciones?
El fondo del asunto no es específico del PSOE, es de todos los partidos en esta época que nos ha tocado vivir. Como decía mi abuela: “cuando el diablo no tiene qué hacer, mata moscas con el rabo”; eso es lo que hacen, “matar moscas con el rabo”. Aunque, en el fondo, no es que no tengan que hacer; es que se han convencido de que lo único importante, lo que les da réditos políticos es conseguir el máximo posible de votos, olvidando la ideología de sus formaciones políticas y haciendo caso a los “expertos” en ganar elecciones a costa de lo que sea, mintiendo lo que haga falta y prometiendo lo que saben que no van a cumplir.
Por supuesto, los votantes -creyéndolo- también tenemos nuestra responsabilidad. El resultado es que el PSOE ya no sabe si es de izquierdas o de derechas -Susana Diaz dixit-; el PP promete bajadas de impuestos, escamotea el debate del aborto, etc. etc. -propias de la izquierda-; Podemos se disfraza como puede, y Ciudadanos juega a todas las bandas que las circunstancias le aconsejan. Y los ciudadanos, hechos un lío.
En definitiva que el PSOE lo tiene muy difícil si no recupera la ideología perdida y eso es muy complicado porque la militancia que ha quedado está condicionada por los caprichos de los dirigentes que gobiernan a golpe de enchufismo en los ayuntamientos, diputaciones y gobiernos regionales. Desde aquí hago un llamamiento a los pocos que quedan de verdad independientes de los dirigentes para que alcemos la voz y manifestemos muestro hartazgo por tanta manipulación y demagogia.